Las intensas lluvias de esta primera han echado a perder el 20% de la la cosecha de patata y maís ya recogida, pero también amenaza las nuevas plantaciones. Pese a la tregua que dieron las lluvias esta semana, las precipitaciones volverán este fin de semana y complicarán el trabajo en el campo. Las fincas tendrían que estar a estas alturas ya sembradas pero los continuos aguaceros han obligado a retrasar casi un mes las plantaciones de forraje, maíz y patata, lo que supondrá que como mínimo se recoja un 20% menos de producto sembrado. Las precipitaciones desde el inicio de la primavera han inundado las cosechas del cereal de invierno y el 40% de la producción ya se ha perdido. Los agricultores gallegos miran ahora al cielo con la esperanza de que las lluvias cesen y la tierra seque para que la maquinaria no se entierre.

El secretario de Agricultura de Unións Agrarias, José Ramón González, augura "un año malo o muy malo" en el campo debido a que ya se han registrado pérdidas "cuantiosas" en el cereal de invierno -trigo, cebada y centeno- que se planta en el mes de octubre y se recoge en julio. A dos meses para su recolecta, el 40% del total de la producción ya está perdido al pudrirse por las precipitaciones. Lo mismo ocurrió en el primer corte de hierba para el ensilado, con lo que se agrava la situación del lácteo porque al contar con menos forraje los ganaderos tendrán que recurrir a piensos y encarecer sus costes, en un contexto en que el litro de leche se paga un 20% por debajo de los gastos que suponen producirlo.

La producción de cereal de primavera, conocido como trigo trimesino, que se planta en el mes de marzo y se recoge en agosto, también ha sufrido los daños de las intensas precipitaciones de finales de invierno y comienzos de la primavera. Según calculan los sindicatos agrarios, la mitad de estos cultivos también corre el riesgo de perderse.

Las dificultades también surgen en los terrenos en los que se hace rotación de cultivos entre pradera y maíz para forraje. Estas tierras ya tenían que estar preparadas para la siembra del maíz y en muchas zonas ni siquiera se ha recogido la hierba porque la meteorología no lo ha permitido. Una hierba que, debido precisamente al exceso de agua, tiene una proteína muy baja y por tanto será de menor calidad al criarse prácticamente sin luz solar.

Debido a este retraso en las plantaciones de primavera, algunos agricultores se plantean optar por variedades de maíz con un ciclo de crecimiento más corto. En algunas comarcas del Deza incluso estudian sembrar girasol en lugar de maíz porque crece antes, aún conscientes de que el volumen de producción será mucho menor.

González apunta que el paso del invierno al verano sin que se haya notado la primavera como transición entre las dos estaciones puede ser muy perjudicial para los cultivos. En el caso de los tubérculos, la lluvia caída desde marzo ya ha causado estragos en la patata nueva de A Limia. En la provincia de A Coruña, como por ejemplo en Coristanco, los agricultores también estiman pérdidas de como mínimo un 20% de la cosecha. El retraso en la siembra prolongará su ciclo y hará que tenga que recojerse también más tarde, es decir, en el mes de octubre cuando lo normal es en la primera quincena de septiembre. Por este motivo, existe más probabilidad de humedades y plagas como el mildiu que podrían agravar aún más la situación y provocar que las pérdidas superasen el 20% previsto.

A la crisis del lácteo por los bajos precios se suma también la de la huerta y la agricultura por la meteorología. Lo mismo ocurrió en 2013 y 2014 por las intensas lluvias de abril, mientras que el año pasado la preocupación fue precisamente por lo contrario: la escasez de agua.