En el momento de mayor desgaste del PP, con los preferentistas estafados protestando en casi cada acto del partido, Alfonso Rueda, curtido en el navajeo dialéctico con la oposición, paseaba por Pontevedra con sus hijas cuando se le acercaron a criticarlo. Lleva grabado ese día. Ayer cerró diez años como secretario xeral popular con emoción al agradecerle a su familia la paciencia por este período y citando a sus hijas, que han crecido asistiendo a esos cónclaves. Pero también se despidió garantizando que su relevo, Miguel Tellado, mantendrá el verbo afilado contra sus rivales políticos del que él hizo gala y que al ferrolano le valió para ser nombrado portavoz en 2014. "Un secretario xeral lo primero que tiene que hacer es ir al choque, sé que lo va a hacer en defensa del partido", aseguró.

También tiró de memoria para recordar la "soledad" de 2006, cuando Feijóo lo citó en una cafetería de Vigo para proponerle asumir la tarea de recomponer filas tras el fraguismo. En los primeros tiempos del bipartito los teléfonos dejaron de sonar tanto en la sede del PP y la cúpula de entonces todavía recuerda quién los dejó tirados, según su forma de interpretarlo. "Recuerdo los primeros malos resultados electorales", continuó sobre las municipales de 2007. "Pero el milagro podía ser posible", añadió. Si en 2009 y 2012 alcanzaron la mayoría absoluta, ahora también, continuó.

Ahí celebró Rueda de nuevo la continuidad de Feijóo en la comunidad. "Me alegro de que sigas prefiriendo Galicia antes que cosas no sé si más cómodas, pero menos ilusionantes. Y me alegro de haber contribuido a que hoy estés aquí", añadió.