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Morirse por lo civil

La alternativa al funeral religioso es aún minoritaria en Galicia pero surgen empresas específicas que prevén que irán en aumento

Rocío Vázquez oficiando un funeral civil en A Coruña. // Javier Brandido

En grandes urbes, como Barcelona, los funerales laicos, en los que la familia decide prescindir del párroco y del altar, se han multiplicado por cuatro en los últimos años, hasta suponer el pasado casi el 17% de los enterramientos de la Ciudad Condal. Aunque Jorge Balado, secretario de la Federación Galega de Servicios Funerarios, sostiene que en Galicia ese tipo de ceremonias son una pequeña minoría, han surgido empresas que organizan estas despedidas por lo civil y que perciben un incipiente boom.

Balado considera, sin embargo, que para que esta opción supere su fase actual -que define como "de estancamiento"- tendría que sortear algunos obstáculos que tienen más que ver con el espíritu que con el cuerpo. Así, menciona que en la comunidad gallega, donde aún tiene mucho peso lo rural o lo semiurbano, los servicios de funeral civiles deben enfrentarse a las reticencias derivadas de la tradición, la costumbre, el qué dirán o cierto desconocimiento de lo que puede o no hacerse con los restos de los seres queridos.

"Hay un gran apego por el cura en Galicia, que de momento sigue marcando la pauta del entierro", proclama Balado. Hasta el punto, señala, que "existe la creencia de que no se puede enterrar si no se habla con el cura" (lo que se apresura a indicar que es erróneo) "y eso condiciona mucho". Para este especialista, otro factor que influiría, más que la "tradición religiosa", sería el "peso de la costumbre" y, en "muchas" ocasiones, "el qué dirán". Pero en su empresa (Lugo) ya han sido testigos de varios servicios fúnebres laicos. "Se trata de gente normalmente atea y convencida de lo que está haciendo, sin prejuicios, y los eventos que suelen realizar son con mucha más connotación sentimental que los convencionales", explica.

Los hay, admite, que "no hacen nada", pero ha visto otros en los que, en muchas ocasiones por "contacto" con el mundo de la cultura, la lectura de poemas, a veces de boca de su propio autor si es conocido del difunto, reemplaza a las oraciones. Incluso, señala, algunos llevan música en directo y no es extraño que aparezcan gaitas y que cuando lo hacen entonen el "Himno galego".

En esos casos también nota que, más que la familia, sin ánimos por el dolor, suelen ser amigos cercanos al fallecido quienes le rinden homenaje e intervienen de forma más activa en la despedida: "Son familia y amigos quienes ponen todo en marcha y la funeraria le ofrece un apoyo logístico y de asesoría jurídica y se adapta".

Para Ainhoa Fervenza, que presentó en octubre en Sanxenxo "Lazos" como pionera en la oferta de funerales civiles, los obstáculos a estas ceremonias no afectan solo al espíritu, sino también al cuerpo. "Se está empezando a abrir este servicio en muchos tanatorios, lo que pasa es que no tienen instalaciones adecuadas, y por eso no ofertan esta opción a las familia y, si ellos no la ofertan, la familia, que tiene que tenerlo clarísimo, de por sí no lo solicita", señala.

Con todo, enfatiza que una despedida no religiosa no tiene que pasar por un tanatorio. "Se pueden hacer actos en cualquier sitio, también con las cenizas", e incluso afirma que "un montón" de pazos, ya clásicos en las bodas, estarían dispuestos a acoger estos adioses. El caso, concede, es "intentar cambiar la mentalidad, que no sea la soledad de la familia, que se sientan arropados". Recuerda la experiencia de un servicio civil que organizó -en el que sonó música que gustaba a la persona fallecida y sus amigos leyeron un escrito- como algo "diferente, bonito y reconfortante". "Me sentí útil", afirma.

Aprovecha para recordar que existe un documento notarial, el "poder preventivo", que incluye la última voluntad sobre cómo uno quiere ser enterrado. Solo hay que hallar a alguien de confianza para que "se haga cargo de cumplir tus deseos", declara convencida de que los funerales laicos "irán a más" porque las nuevas generaciones "ya no son las mismas" de antes.

Desde A Coruña, "Luz verde" se ofrece -en varios idiomas- para todo tipo de eventos, también el oficiar funerales laicos, como una "alternativa personalizada, especial y emotiva a los funerales religiosos clásicos". Rocío Vázquez, su directora, confiesa que les costó "mucho hacerse un hueco" porque "la Iglesia tiene mucho arraigo en Galicia y es como David contra Goliat", aunque "cada vez" el servicio tiene "más demanda" y tampoco está "reñido" con una ceremonia religiosa. De hecho, ya hay funerarias en Galicia que ofrecen "homenajes póstumos", que recuerdan a la persona con música, que no son incompatibles con un servicio religioso, y que "van a más" en las ciudades, según afirman fuentes del sector.

En el caso de "Luz verde", tras mucho insistir lograron un convenio con un tanatorio que oferta su opción como un servicio más a las familias. "Es cierto", concede, "que la gente de primeras se queda un poco sorprendida, pero luego el resultado es fantástico", asegura. Como Fervenza, ve lo que hace "reconfortante". "Tienes la sensación de que haces algo por alguien, ayudas a una familia a despedirse de un ser querido", afirma.

Por ahora, los servicios laicos de los que se encargaron en su empresa fueron de personas mayores, lo que hace a la familia "más receptiva". "La familia nos remarca que no pisó una iglesia en su vida y que no va a hacerlo ahora", comenta Vázquez, quien añade que "más que nada es respetar la forma de vida que tuvo la persona".

Para dar el último adiós, señala, hay que conocer un poco a quien se fue, así que antes de preparar un escrito y organizar, se informan de detalles de la vida del fallecido y de cómo quieren recordarlo quienes lo conocieron "para que la despedida sea lo más cercana y real posible". "Si le gustaba ir a la aldea, hablamos de la aldea. Si le gustaba Bob Dylan, se escucha a Bob Dylan. Lo adaptamos para que la gente pueda proyectar una visión de esa persona de cuando vivía, en los buenos momentos, les pedimos que visualicen un recuerdo feliz". Aunque haya dolor, que siempre hay, también hay alguna sonrisa", asegura complacida.

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