El BNG es la única fuerza de la oposición con un cabeza de cartel más o menos definido. En la formación frentista existe una mayoría de voces que señala a Ana Pontón como candidata tras haber sido elegida portavoz nacional y después de que la organización eliminase el veto a que el líder orgánico fuese también la punta de lanza electoral.

Estas serán las primeras elecciones donde la UPG se presentará casi al desnudo al frente del Bloque, tras la derrota interna del sector más proclive a un entendimiento con la Marea. En sus filas se percibe una mezcla de energía ante la puesta en marcha de un nuevo proceso de refundación que durará hasta un año, y resignación ante lo que todos vaticinan como un duro revés electoral. Algunas voces temen no alcanzar grupo parlamentario, lo que sería un vaparalo para un fuerza que llegó a las 18 actas y con 12 logró la vicepresidencia de la Xunta bipartita.

Los antecedentes no son buenos. En las generales, se quedaron sin voz en el Congreso por primera vez desde 1996.

Su mensaje competirá con el de la Marea, pero también le lanzará piedras por su dependencia de Madrid para tratar de recuperar votantes jóvenes y urbanos y poner fin a una deriva que amenaza incluso su existencia.