Aunque de primeras pueda sorprender, entre otras cosas porque la economía gallega está todavía muy lejos de sus niveles en los años de bonanza -del zarpazo de la crisis queda a estas alturas un agujero de 2.400 millones de euros en el Producto Interior Bruto (PIB) regional-, ni entonces se firmaron en la comunidad tantos contratos como ahora. El total en 2015 ascendió a 877.834, unos 2.400 al día y un 1,5% más que en 2007, el récord hasta ahora, según los datos publicados por el Instituto Galego de Estatística (IGE), a partir de la información suministrada por el área laboral de la Xunta. Evidentemente ese no es el número de trabajos estables creados el último ejercicio. De hecho, tanto la evolución de las afiliaciones a la Seguridad Social como las cifras de ocupación revelan que el incremento de empleos superó ligeramente los 19.000. La diferencia viene de la elevadísima temporalidad. Únicamente el 7,3% fueron indefinidos. Y con el agravante de que el mercado no acaba de recuperarse para los mejor formados. A ellos, a los licenciados, solo va uno de cada diez contratos.
La mayor subida del paro en estos últimos años de parálisis en la actividad se registró entre aquellos que cuentan con niveles educativos más bajos. Se triplicó, en parte por el pinchazo del sector del ladrillo, que demandaba obra de mano de baja cualificación, y llegó a rozar el 30%, como remarca el Gobierno gallego en el diagnóstico socioeconómico elaborado para sentar las bases del plan estratégico que guiará su gestión hasta 2020. "Con todo -admite-, entre la población con educación superior la variación fue de nueve puntos". Hasta un techo inédito también de casi el 16%.
Entre las fortalezas, el análisis recoge el alto volumen de personas entre 30 y 34 años que completaron los estudios superiores, el 42,3%, "muy por encima de la media de la UE27 del 37,9%", e incluso del objetivo de la estrategia Europa 2020". Pero entre las debilidades reconocidas están los "valores muy superiores" del desempleo respecto al resto de países comunitarios -la tasa es "especialmente elevada en la población juvenil"-, junto con la "baja capacidad de atracción de talento" por parte de la autonomía, donde la oferta formativa superior, señala el documento de la Consellería de Facenda, es "amplia y variada" y, sin embargo, existe una "falta de correlación entre el mapa de titulaciones y las demandas de puestos de trabajo".
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¿Cuántos contratos fueron para ese grupo trabajadores, con alta preparación, el pasado año en la comunidad? 112.243. El 12,8% de todos los formalizados. Prácticamente la mitad, por ejemplo, que los que se destinaron a gente con estudios primarios, mientras que el 4,6% de los empleados fichados eran analfabetos y los que disponen de estudios secundarios -hasta bachillerato o una formación profesional básica- representaron la inmensa mayoría, el 62%.
La colocación de licenciados no ha sido una excepción en el comportamiento general del mercado laboral gallego. Un desplome histórico. Con el matiz de que en su caso el descenso empezó un ejercicio antes, en 2007, y duró también un año más, hasta 2013. Por eso los trabajadores con estudios superiores acumularon un recorte del 43,9% -y su peso en la contratación pasó del 18,4% al 12,7%-, mientras que el total, con la suma de todos los perfiles profesionales, bajó un 22,3%.
La comparativa tampoco arroja demasiadas diferencias a la hora de revisar el tipo de puesto para que el se capta al empleado. Los indefinidos -incluidos los contratos que lo son desde un inicio y los convertidos- son el 7,3% del mercado laboral autonómico y un 10,4% entre los mejor formados, donde destaca la proporción de las interinidades, el 16,9%, unos siete puntos más que la media. Es decir, la temporalidad en los nuevos contratos en Galicia el año pasado ascendió al 92,7% y al 89,6% para los licenciados.
La estadística no distingue los niveles de formación para los contratos a jornada completa o parcial. Con datos igualmente llamativos. Los primeros alcanzaron los 553.224, un 27% menos que en 2006. Las medias jornadas y puestos por horas llegaron a los 320.491, una cifra sin precedentes y un 62,7% respecto a antes del arranque de la crisis.
