Los surfistas pelean por posicionarse siempre en el pico, el punto en el que comienza a romper la ola, para aprovechar toda su potencia y surfearla durante el mayor tiempo posible. La política resulta similar y En Marea parece haber leído mejor la corriente o, al menos, encontrarse en un lugar idóneo para beneficiarse de la inercia electoral. El barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) correspondiente al mes de enero le otorga a la coalición una décima más de apoyo electoral hasta alcanzar el 1,7%, con lo que consolidaría su posición, que el 20-D la situó como segunda fuerza en la comunidad en número de votos con más de 400.000 papeletas y un 25% de apoyos, empatada a seis diputados con el PSOE. Su buen momento se evidencia en un año en que se celebrarán, tras el verano, elecciones autonómicas.

Este sondeo fue realizado entre los días 2 y 11 de enero entre 2.496 personas, por lo que no tiene en cuenta todos los acontecimientos experimentados desde entonces en una política que circula a velocidad de vértigo. Entonces, el PSOE mascaba el duro golpe de haber cosechado el peor resultado de su historia con 90 actas, pero, a pesar de ello, negocia un pacto complejo que podría situar a Pedro Sánchez como nuevo presidente del Gobierno.

A pesar de los matices, el barómetro evidencia la pujanza electoral del llamado espacio rupturista, que comenzó a llenar AGE en 2012 -debutó con nueve escaños en las autonómicas-, aprovecharon las mareas urbanas para alcanzar con diferentes dificultades las alcaldías de A Coruña, Santiago y Ferrol y el 20-D aupó a En Marea.

De hecho, el CIS sitúa a este espacio como segunda fuerza electoral estatal. Podemos y sus alianzas en Galicia, Cataluña y Valencia reunirían el 21,9% de apoyos, frente al 20,4% obtenido en las elecciones, superando a un PSOE que se situaría en un 20,5%, 1,5 puntos menos que entonces. El PP ganaría respaldo hasta el 28,8% y Ciudadanos cedería seis décimas hasta el 13,3%.

Sin embargo, desde la realización de la encuesta el espacio rupturista ha experimentado algunos sismos que, si bien no llegaron a la categoría de terremotos, sí evidenciaron la existencia de inestabilidad. La imposibilidad de formar grupos propios generó tensiones, especialmente en la alianza valenciana, de la que se descolgaron cuatro diputados de Compromís. Reclamaron su voz propia y se marcharon al grupo mixto.

La tendencia radiografía la potencia de esta alianza cuando se acercan unas elecciones en Galicia que se celebrarán tras el verano y ante un PSOE que, al menos en enero, perdía pulso. El barómetro, sin embargo, ofrece una proyección de intención de voto estatal, por lo que no permite discernir el estado de las fuerzas gallegas.