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Un símbolo de la diáspora, en apuros

Trabajadores del hospital del Centro Gallego de Buenos Aires protestan porque se les adeudan sueldos - Un grupo de emigrantes y descendientes intenta salvar la entidad

Vista exterior del Centro Gallego de Buenos Aires.

Los gallegos que desembarcaron en Argentina concibieron el Centro Gallego de Buenos Aires como "una casa que los cobijara" y "un refugio". Para su alma, por la nostalgia, y para su cuerpo, con el impulso a un sanatorio que abarca, según su web, 28.000 metros cuadrados en una céntrica zona de la capital. Es esa parte sanitaria la que está más delicada de salud (económica) y la que lastra la institución al arrastrar por años una crisis que provocó que el centro fuera intervenido judicialmente en 2012. Las dificultades volvieron a traslucirse estos días en las protestas de los trabajadores, que denuncian que se les adeudan sueldos, según recogen medios como "Clarín".

Frente a esta situación, integrantes del colectivo de la diáspora gallega en Argentina pretenden rescatar la entidad con iniciativas como "Hay que salvar al Centro Gallego de Buenos Aires", que reúne en facebook a cientos de simpatizantes. En octubre se creó una comisión promotora "Por un nuevo Centro Gallego de Buenos Aires", que busca el fin de la intervención y devolver a los socios la gestión de la institución creada en 1907. El facebook de la propuesta, promovida desde las redes por Rafael Osvaldo Méndez, presidente de la Asociación de Empresarios Gallegos en Argentina, explica que la comisión se reunió en diciembre con el interventor y el embajador de España en el país austral, al que habrían pedido su apoyo institucional.

Héctor Rumbo, socio de la entidad desde que nació, hace 55 años, es uno de los que lucha por salvar un símbolo de la diáspora. Este hijo de gallegos cuyos padres se afiliaron al Centro antes de tener su permiso de residencia, vino al mundo en el edificio de Belgrano, igual que sus primos, y allí despidió a sus padres. Convencido de la razón de ser de una entidad que llegó a tener 120.000 afiliados y que representa a "cinco millones de gallegos y sus descendientes", se refiere al lugar con entusiasmo: "El Centro Gallego de Buenos Aires es Galicia, es diáspora, es morriña, es lejanía en la distancia, cercanía en la cultura, en la cura de la enfermedad y en el descanso eterno para los cientos de miles de gallegos que por ahí pasaron y los 10.000 que todavía son socios". Pero la mayor parte son mayores, lo que "hace más cara la prestación", explica Rumbo.

Pese a la deuda del centro (que rondaría, según alguna fuente, 55 millones de dólares), Rumbo explica que "hoy tiene casi sus 300 camas ocupadas" y el problema viene de una "mala gestión de las cobranzas". A su juicio, la parte sanitaria "todavía funciona gracias a un grupo de médicos y de empleados históricos que lo sostienen a fuerza de sudor y sacrificio". En su día, dice, fue una de las mutualidades médicas "más importantes del mundo" y hoy allí "se vive, se late, se respira aire gallego, se sufre la morriña y se llora lo perdido".

Décadas de éxodos de socios por no adaptarse a los tiempos y gestiones que a veces fueron bastante cuestionadas culminaron en la intervención del INAES ( Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social) en 2012 por orden judicial. El actual interventor, Sergio Iribarren, explicó a "Clarín" que están en "ordenar las finanzas" tras "poner en marcha un sanatorio literalmente paralizado".

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