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Año cuarto de una fractura mal curada

El BNG mantiene el debate sobre su futuro tras la escisión vivida después de la cita de Amio -Xavier Vence alerta de que este es el momento de afrontar un cambio real

Desde la izquierda, Carlos Aymerich y Xosé Manuel Beiras, de espaldas, Guillerme Vázquez y Francisco Jorquera, en Amio en 2012. // X. Álvarez

Hace cuatro años, el BNG celebró la asamblea de Amio que marcó un antes y un después en la formación casi equiparable a la cita de Riazor de 1982 en la que fue fundado. En la última jornada, las tesis de la Unión do Povo Galego (UPG), la corriente hegemónica en la formación, se impusieron frente a la línea más aperturista que defendían Xosé Manuel Beiras y Carlos Aymerich. En la foto final, estos dos derrotados cedían paso ante los vencedores, Guillerme Vázquez y Francisco Jorquera. De esa imagen, solo queda en activo en el Bloque este último, lo que ilustra el momento que atraviesa la formación, envuelta en un bucle de citas refundacionales y derrotas electorales.

Mañana se cumple el cuarto aniversario del inicio de esos dos días de asamblea que se selló con una fractura interna que derivó en la salida de los irmandiños de Beiras, el rostro con el que el Bloque había alcanzado los 18 diputados autonómicos como segunda fuerza en 1997, escaño en el Parlamento europeo con Camilo Nogueira haciendo historia e incluso tres diputados en Madrid con casi 398.000 votos. Pero la llegada del nuevo milenio sumió al nacionalismo en una crisis y la pérdida de un diputado en 2009 que causó el desalojo del bipartito se mantiene como un trauma interno.

En 2012 se apostó todo a la carta de la renovación sin "vencedores ni vencidos", con Jorquera como candidato y voz parlamentaria y Guillerme Vázquez como portavoz nacional. La experiencia se saldó con un varapalo doblemente duro. El Bloque quedó relegado a cuarta fuerza con apenas 7 escaños, el peor dato desde los 5 de 1989 cuando asomaba la cabeza como outsider. Además, Beiras y los ex del BNG se aliaron con Esquerda Unida, rompiendo un tabú nacionalista, para lanzar AGE y lograr nueve actas.

El bucle seguía y un año después otra asamblea nacional aprobó un giro encarnado por el rostro amable de Xavier Vence, profesor de Economía Aplicada y habitual colaborador en el programa nacionalista. Prometía vías de cooperación con Beiras y el debate sobre la reunificación nacionalista acampaba en la agenda mediática. El diagnóstico se centraba, sin embargo, de nuevo en el ataque externo. "Fuimos bombardeados, pero resistimos", se despidió Guillerme Vázquez.

El balance resulta crítico para el BNG, que en las municipales de mayo pasado vio como, salvo en Pontevedra, era barrido por las mareas en las ciudades, y en las últimas generales sufrió el mayor varapalo: quedarse sin representación en el Congreso por primera vez desde 1996, evidenciando la falta de sintonía con Beiras, que apostó con éxito electoral por entenderse con Podemos y En Marea lograba seis diputados.

Vence proclamó ayer en la TVG que ahora sí es necesaria la "refundación" del BNG, incluso sustituyendo sus siglas por otras el 20-D. El reto es mayúsculo para una fuerza clave en la historia autonómica.

El contexto no escatima dificultades, con un debate polarizado entre los partidos sistémicos y Podemos, y un BNG cada vez más orillado y menos espacio en la agenda. El documento base que votará el Consello Nacional del sábado, y que luego será debatido en la asamblea, ya rechaza confluir con la Marea, lo que provoca que algunos dirigentes teman no alcanzar ni grupo en el Parlamento gallego y percatarse demasiado tarde de lo que el boxeador Floyd Patterson confesó a Gay Talese. Un KO no duele hasta después del combate. El ring serán las elecciones autonómicas de finales de año.

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