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FARO entrevista a la exdiputada del BNG en el Congreso entre 2004 y 2015

Olaia Fernández Davila: "Galicia necesita un partido nacionalista fuerte y es positiva una alianza electoral con Marea"

"De aquí a las autonómicas seguramente el proceso no esté concluido"

Davila en el Congreso. //Efe

Olaia Fernández Davila es una voz histórica ya del BNG, en el que ejerció de diputada en el Parlamento gallego, edil en Vigo y representante en el Congreso en tres legislaturas, a la que la formación frentista no ha accedido por primera vez desde 1996. En el debate interno sobre el rumbo de la organización, la "militante de base" viguesa, como se define, apuesta por tender puentes con quienes abandonaron el Bloque tras la traumática asamblea de Amio para "refundar el nacionalismo", proceso que iría en paralelo a la unidad electoral con la Marea, sin vetos a fuerzas como Podemos o EU.

-¿Por qué el Bloque no logró votos suficientes para acceder al Congreso?

-Son varios motivos. Por un lado, la situación política estatal y la emergencia de nuevas fuerzas, como sucedió en Galicia, y por otro, la realidad del BNG que indica que va a la baja desde hace varios procesos electorales. Eso se debe a las circunstancias de la organización, que tienen que ver con su ruptura en Amio, que provocó escisiones que buscaron vías alternativas políticas y que la organización tenga mayor debilidad. Es una necesidad para el BNG reflexionar sobre nuestras políticas que presentamos en campaña: actualizarnos un poco en relación con la realidad de hoy de Galicia.

-En 1997 el BNG llega a ser segunda fuerza, percibido como algo fresco y rebelde incluso por gente no propiamente nacionalista. ¿Por qué ha perdido eso y cómo pueden recuperarlo?

-No tengo las claves para decir de golpe como recuperarlo. Pero sí que el BNG tiene que analizar cómo afrontar el futuro desde una perspectiva de la realidad actual. En aquel momento no había la misma diversidad de fuerzas políticas que ahora, y sobre todo con fuerzas emergentes ahora impulsadas desde el centro del Estado y por medios de comunicación como las televisiones. Eso incide en la percepción de la gente de la pluralidad de fuerzas. Es una realidad diferente a la de 1997.

-Carlos Aymerich, que fue diputado como usted en el Congreso, cree que el ciclo del BNG está terminado. ¿Lo comparte?

-No soy tan contundente, quizás porque emocionalmente no estoy preparada. Pero el BNG debe plantear una necesidad política de país, que es refundar y unir el nacionalismo disperso en diferentes organizaciones y también en gente que no está en ninguna fuerza, pero es nacionalista. Si hubiese en Galicia una fuerza política que diese ese plus de unidad tan necesario, sería muy positivo. Ahí debe profundizar el BNG, tras algo que no compartí que fueron los acuerdos de Amio.

-¿Impedirán la unidad del nacionalismo las heridas personales existentes todavía entre muchos dirigentes de aquel proceso?

-Soy consciente de que hay heridas no curadas, pero son de pocas víctimas. Hay menos gente herida que gente que quiere impulsar esa unidad. Debemos plantearla quienes militamos en el BNG, quienes militan en otras organizaciones y quienes no están en ninguna. Durante los meses en que se abordó esa posible unidad [de cara a las generales] se percibió ese clamor.

-¿Esa unidad pasaría por aceptar una confluencia con la Marea, incluyendo a Podemos y EU, o solo con partidos gallegos?

-Las dificultades no solo están en el BNG, también en otras fuerzas, que deberían tener también espíritu de unidad. Yo la planteo en dos campos diferentes. Uno, la necesidad de un proyecto político nacionalista, imprescindible para Galicia. Dos, la unidad electoral, que sería más coyuntural. Yo ya era partidaria en esta ocasión de ser lo más flexibles posible y participar de la máxima unidad. La confluencia con otras fuerzas, como En Marea, la veía positiva en otros procesos electorales, pero es al margen del proyecto político nacionalista.

-¿Qué responsabilidad le atribuye a la UPG, la fuerza con más poder, en el estado del BNG?

-Las responsabilidades siempre son colectivas, pero quien tiene el peso de la dirección tiene más.

-¿Debería disolverse, como pide Aymerich, dentro de la refundación del nacionalismo?

-Tenemos que discutir para profundizar en la unidad. Si se tienen que cambiar las siglas del BNG, pues lo indicará el proceso y estará en consonancia con el éxito del proceso de unidad. Si no vamos a poder llegar a acuerdos no es lo mismo que si hay un diálogo en todo el nacionalismo gallego, que indicaría la necesidad de un cambio de siglas. Sobre lo que se tenga que disolver, no entro. No tengo interés en ello, pero sí en que Galicia tenga una fuerza nacionalista fuerte y referente, útil y que pueda asumir responsabilidades de gobierno. Espero que pueda recomponerse.

-Si no se produce esa unidad, ¿qué riesgo percibe en las autonómicas?

-Parto de la base de que ese diálogo y esa unidad no se va a hacer en dos días. De aquí a las autonómicas, seguramente el proceso no esté concluido. Pero en esa situación es preferible que el BNG forme parte de las instituciones a que esté fuera de ellas. Me parece más seguro y ofrece más alicientes a quien nos puede votar buscar la máxima unidad electoral con fuerzas políticas, aunque en esta ocasión no lo logramos, y conseguir en las próximas autonómicas un gran frente que pueda desalojar al PP del gobierno gallego.

-¿En Marea no formó grupo por no cumplir los requisitos legales -aunque finalmente no lo solicitó- o por un bloqueo político de la Mesa de la Cámara?

-No hubo posibilidad de ir con la Marea fue porque sabíamos que no era posible un grupo propio cuando Podemos era firmante de la coalición, no solo si iba en la papeleta. Así se lo expusimos tras consultar a los letrados de la Cámara.

-Sin embargo, el reglamento se aplica con diferentes criterios.

-Con él en la mano y antecedentes, no había posibilidad. Otra cosa es que por la correlación de fuerzas en la Mesa se quisiese, y a mí me hubiese gustado, hacer esa interpretación, o más bien una toma de decisión política y tener en consideración una realidad que no se había dado hasta ahora. Después, es verdad que la mayoría de la Mesa toma decisiones a veces arbitrarias, como fue el caso de negarle e grupo a Amaiur, que tenía tantos diputados como ahora Democracia y Libertad. A esta se le da el grupo, aunque le falta el 15% en una circunscripción, como a ERC, y a Amaiur no. Adujeron que en el primer caso esa falta se produce en una circunscripción de la misma comunidad y en el último era de otra. Pero fue injustificable.

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