Probablemente a estas alturas, en el día después de la esperadísima subasta de renovables con la que el Ministerio de Industria finalizó la moratoria decretada ya por el anterior Gobierno socialista en 2012, a muchas empresas energéticas todavía les cueste cerrar la boca. Por el sorprendente resultado del proceso. Lo que estaba encima de la mesa era el pago de una retribución específica -la sustituta de las primas a las fuentes verdes tras su desaparición en la reforma energética impulsada por el departamento que dirige en funciones José Manuel Soria- a un total de 500 megavatios en nuevas instalaciones de eólica y 200 de biomasa. Pero era una puja. A la baja. Y tan bajas fueron las propuestas que terminó sin retribución alguna para los ganadores. No habrá incentivos, todos cobrarán únicamente lo que el mercado mayorista, el pool, les pague por la electricidad que vendan, según coinciden varias fuentes del sector consultadas por FARO, a la espera de que el operador del mercado, el Omie, y el regulador de la competencia, la CNMC, confirmen oficialmente un resultado que en la práctica no cambia nada.

¿Cómo es esto posible? Por la mecánica diseñada por Industria. Cada uno de los participantes debía postularse con paquetes de 50 MW y el descuento que estaban dispuestos a asumir en función del umbral de rentabilidad fijado por el ministerio. Las propuestas más bajas hasta sumar el total de potencia resultarían las adjudicatarias, con el importante matiz de que la retribución para todas vendría del importe más alto entre sus ofertas. Lo que permitiría embolsarse un incentivo a aquellas que inicialmente ganasen por conformarse con cero. El envite de un diminuto grupo de empresas, ninguna de las grandes eléctricas españolas, al postularse con mucha potencia y sin ningún plus dinamitó esa posibilidad.

La mayoría de los MW van a manos de dos hermanos de Aragón. Sobre todo de Fernando Samper, que se hizo con algo más de 300 MW de la eólica subastada a través de la sociedad Energías Eólicas de Aragón, la única que comunicó públicamente su resultado. Jorge Samper, un conocido magnate de la carne en la comunidad aragonesa, logró otros 100 MW. La tercera vencedora sí es una gran conocida del sector, EDP Renovables, que se hizo con 93 MW.

A esta última compañía se aferra la Xunta para intentar ver el lado positivo del proceso en Galicia. EDP es uno de los principales promotores en la comunidad y cuenta, según los cálculos de la Consellería de Economía, con 72,2 MW en parques gallegos autorizados. Lo están desde 2012. Son anteriores al concurso, de una resolución que se remonta al año 2007, sin que desde entonces EDP los haya construido. Tampoco ella recibirá incentivos, con lo que su situación es la misma que hace tres años, cuando finalizó la tramitación.

"De todas formas, hay que tener en cuenta que en ningún caso el resultado de esta subasta afecta a las posibilidades de desarrollo de los proyectos eólicos en Galicia, una de las comunidades con mejores condiciones, con una mayoría de parques que superan las 3.000 horas de viento", asegura el departamento que dirige Francisco Conde. Ni Gas Natural Fenosa, la ganadora del concurso gallego y que tiene 300 MW pendientes en cartera en la región, ni los otros gigantes del sector como Iberdrola o Endesa, ni tampoco el resto de beneficiarios del reparto del negocio del viento en Galicia -con 1.900 MW del concurso y otros 400 anteriores- están en la lista de la puja.

Pese a que la Xunta considera que el resultado es la muestra de que la eólica "puede ser rentable a precio de mercado", en el sector dudan de que, entre otras cosas, los adjudicatarios puedan lograr financiación al carecer de incentivos.