Por primera vez en la historia autonómica, los diputados que componen el Parlamento gallego tendrán trabajo "oficial" en enero, pues ha entrado en vigor el cambio aplicado el pasado verano para reducir un mes su asueto, rascando quince días de enero y quince días de julio, después de modificar un reglamento interno que contaba con más de treinta años de antigüedad.

La vuelta al hemiciclo de sus señorías resultará lógicamente desigual. El lunes ya está convocada la mesa de presidentes de comisión y tres mesas individuales más de estos órganos para empezar a trabajar en el nuevo período de sesiones, pero a ellas solo acudirán sus integrantes. El martes se sentarán los miembros de la Mesa, el órgano que dirige la actividad parlamentaria, para fijar el pleno de los días 26 y 27.

La vuelta a la actividad estará marcada por el ambiente electoral, tanto en lo relativo al incierto escenario abierto tras las elecciones generales, como a las dudas sobre los comicios autonómicos previstos este año. De momento, se desconocen fecha, candidatos e incluso qué formaciones se presentarán.

El pasado verano la Cámara decidió aprobar un cambio reglamentario para dar cabida al grupo mixto, inédito en décadas, pero se aprovechó para ampliar el período "hábil" de la Cámara, es decir, el tiempo durante el cual está operativa. Se pasó de un calendario que incluía una etapa de febrero a junio y otra de septiembre a diciembre, a ampliar la primera desde el 15 de enero al 15 de julio, reduciendo en un mes el tiempo de asueto de los diputados.

Sus señorías alegan que no solo trabajan durante los períodos hábiles y mantienen reuniones sectoriales, aunque también es cierto que en los grupos grandes, con especial incidencia en el PP que posee 41 escaños de 75, muchos diputados apenas disponen de cometidos en comisiones.

A comienzos del año pasado, PSdeG y BNG intentaron reducir las vacaciones, pero el PP se opuso hasta que en verano cedió a esa demanda.

A pesar de ello, un elemento ha quedado al margen de esta reforma, pues los parlamentarios cobran sus dietas, o indemnizaciones de coste, al margen de que sean períodos hábiles. Es decir, cada diputado tiene asignados unos fondos para comidas, hoteles o desplazamientos con los que sufragar su actividad, al margen de su remuneración. Como mínimo, ingresa 817 euros al mes libres de impuestos por este concepto, que mantiene íntegro en enero, aunque solo sea hábil la mitad del mes, o durante el mes de agosto, en el que solo se celebraron dos plenos de carácter extraordinario.

Un parlamentario cobra al mes 4.809 euros que se amplían en función de que cuente con tareas específicas, como presidir una comisión o el grupo parlamentario. De ellos, 2.500 euros son "ayudas de coste", fondos destinados gastos por su trabajo, a los que se une el abono de los viajes a la Cámara. De esas dietas, el 17% está exento de tributación.

El Parlamento retoma la actividad tras el varapalo histórico del PP, que perdió cinco actas el pasado 20-D; con AGE, reforzada por el éxito de la Marea; el PSdeG, pendiente de la situación judicial de José Ramón Gómez Besteiro; y el BNG, lamiéndose aún las heridas por quedarse fuera del Congreso por primera vez desde 1996 y planteándose una nueva refundación.

Además, la Cámara experimentará tres cambios, pues se irán rumbo al Congreso Pilar Rojo (PP) y Yolanda Díaz (AGE) y al Senado Paula Prado (PP).

La primera formalizará su adiós el martes en la reunión de la Mesa y su puesto será ocupado de momento por el vicepresidente primero, el popular Miguel Santalices. El relevo se aprobará en un pleno que comenzará el día 26. El portavoz de los populares, Miguel Tellado, descartó ayer "elucubraciones" sobre su sustituto. En lugar de Rojo accederá a la Cámara Elena González.

Por su parte, Díaz será relevada por Mónica Fernández, perteneciente a Cerna, la corriente escindida de Anova, por lo que previsiblemente supondrá la tercera baja de AGE hacia el grupo mixto, donde se unirá a Carmen Iglesias y Consuelo Martínez, esta última también de Cerna.