El cambio de versión de Rosario Porto sobre lo que hizo la tarde de la muerte de su hija no la benefició y reforzó que la investigación apuntara hacia ella. Primero dijo que había dejado a la niña en casa estudiando y después admitió que la había llevado al chalé de Montouto, aunque aseguró que la había dejado de nuevo en Santiago. Un agente durante el juicio recordó cómo pese a que le indicó a la acusada la importancia de "no obviar ningún detalle" para localizar a la pequeña, Porto no les contó que la había llevado a Teo, sino que la había dejado en casa haciendo los deberes "a las siete".

El magistrado Jorge Cid recoge en la sentencia cómo el jurado considera probado que el día 21 de septiembre Rosario Porto, "siguiendo el plan acordado" con su exmarido, "después de las 18.15 horas" llevó a Asunta hasta Montouto. Este extremo se considera probado por la propia declaración de la acusada, las imágenes recopiladas por la cámara de Galuresa y la declaración de un agente que revisó las grabaciones y que explicó que las cámaras de la gasolinera tendrían que haberla grabado por segunda vez "sí o sí" de haber regresado a Teo tras dejar a la niña.

En la sentencia, cuando alude a que el jurado considera que ambos acusados asfixiaron a su hija, el magistrado apunta también sus conclusiones en esta línea: "La versión de la acusada de que al llegar a Montouto bajó con la niña al centro, además de ser incompatible con el resultado de las pruebas científicas, no resulta creíble por contradictoria".

En ese sentido, alega que la acusada reconoció que la versión ofrecida, en un principio, a los investigadores, es que había dejado a la niña estudiando en casa y "solo días después", reconoció que la había dejado en la calle. Tal y como recoge la sentencia, esta "contradicción" es "difícilmente explicable en quien está tratando de esclarecer la desaparición de su hija y no está aún bajo los efectos de ningún medicamento".

Las cuerdas de Teo

La papelera de la habitación de la casa de Teo en la que los agentes localizaron, entre otros elementos, según el escrito de calificación del fiscal, "un trozo de la misma cuerda que habían usado" los acusados para "atar a la víctima unas horas antes" y la "actuación" de Porto, que según el jurado, mostraría una intención de "ocultar" su "contenido", también pusieron a la madre de Asunta en apuros.

El jurado se basó en los signos de ataduras de la autopsia, en la inspección del cadáver y en el informe de la Guardia Civil que relaciona las cuerdas halladas en la pista al lado del cuerpo con las existentes en la casa de Montouto para estimar "acreditado" que "en un momento próximo a la muerte de la menor" los acusados "ataron a su hija por los brazos y los tobillos por medio de unas cuerdas plásticas de color naranja". También lo ven probado, añade la sentencia redactada por Jorge Cid, por la declaración de los guardiaciviles que acudieron con los padres a la casa de Teo la noche en que apareció el cuerpo. Y ahí es donde se inicia la parte del relato que hizo "pensar" al jurado, como sostuvo durante la lectura del veredicto, en la "necesidad" de la acusada de "ocultar" su "contenido".

Según la sentencia, los agentes relataron cómo la acusada dijo que iba a orinar y fue a la habitación donde estaba la papelera con las cuerdas. Cuando el agente "la para, ve las cuerdas" allí y le pide que explique su presencia. La acusada "no sabe qué contestar" y su exmarido dice que las usa el jardinero, quien lo desmintió. Para el juez, "debe llamarse la atención sobre el hecho de que la acusada subiese rápidamente y se introdujese en la habitación con el pretexto de orinar" y luego, "al preguntarle por las cuerdas, ya no fue al baño y no lo hizo en el resto de la noche". "Todo lo cual", dice la sentencia, "pone de manifiesto, a criterio del jurado, que su voluntad real" era "ocultar la cuerda".