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Galicia inició el año con la mayor cifra de mortalidad desde 1996

En el primer trimestre fallecieron 9.609 personas y nacieron 4.688. Solo el 10% son bodas católicas

El declive demográfico no es un problema nuevo en Galicia. A la pirámide de la población le pasaron factura los dos grandes movimientos migratorios hacia América a principios del siglo XX y tras la posguerra, y los flujos a Europa y las comunidades más industrializadas en la década de los 60. La progresiva pérdida de habitantes solo pisó el freno en los años de bonanza gracias al revulsivo de los inmigrantes. ¿Por qué entonces ahora sí está entre las prioridades de la agenda política? Porque la crisis demostró que, además de un reto social, el envejecimiento y la falta de relevo generacional merman la capacidad de crecimiento del consumo -clave para la recuperación- y abocan a Galicia a ser "un país de escasa relevancia y actividad económica", como reconoce la Xunta en los presupuestos del próximo año. El Gobierno gallego asume también que esto no cambiará fácilmente. La evolución natural de la región juega en contra. Durante el primer trimestre de este año, de hecho, la mortalidad marcó su nivel más alto de los últimos 20 años.

Entre enero y marzo, en Galicia fallecieron 9.609 personas. Casi un 17% más que en el mismo periodo de 2014 y un 3,5% por encima del que era hasta ahora el dato más elevado de la serie que arranca en 1996, las 9.280 muertes registradas en 2012, según Instituto Galego de Estatística (IGE).

Cada día murieron 107 personas. Y no nacen ni siquiera la mitad. 52 nuevos habitantes diarios en el primer trimestre del año, un total de 4.688. En comparación con el arranque del pasado ejercicio, el número de alumbramientos está estancado. Solo nacieron seis nuevos residentes más que en 2014. En 2009 nacieron 5.473 personas en Galicia. La caída en comparación con entonces es del 14%.

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A la espera de cómo se comporte el padrón con las entradas y salidas de la población, Galicia sigue perdiendo habitantes. El crecimiento vegetativo sigue en negativo, con 4.921 personas menos en solo tres meses, según el IGE.

Los detalles de cada uno de los fenómenos que protagonizan el movimiento natural de la población son un fiel retrato de la pirámide de población gallega, la más envejecida de España. La mitad de las personas que fallecieron en la región durante el primer trimestre tenían más de 85 años, una franja de edad en la que las mujeres son, de lejos, mayoría. Dos de cada seis de las muertes, dada su también mayor esperanza de vida.

Del lado de los nacimientos se consolida la tendencia a tener hijos cada vez más tarde. El 35% de los alumbramientos fueron de madres de entre 30 a 34 años. El 34% entre las que van de los 35 a los 39 años, una horquilla que en 1996 suponía apenas el 12%. Dos décadas atrás, el 33,5% de los nacimientos se concentraba en mujeres de 25 a 29 años. Actualmente suponen únicamente el 14,7%. Solo en el primer trimestre del actual 2015 hay 100 nacimientos más de madres de más de 40 años que en todo 1996.

El matrimonio no es una excepción a los cambios. En casi dos de cada diez de las más de 900 bodas celebradas el primer trimestre uno de los cónyuges superaba los 50 años. Solo un 10% fueron enlaces católicos. Los matrimonios de personas del mismo sexo sumaron 18.

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