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Los otros cinturones de seguridad

Un total de 231 personas, 71 en Pontevedra, utilizan un servicio de GPS para localizar a dependientes - En 550 ocasiones, los usuarios salieron del perímetro límite marcado

Preguntas que resultan aparentemente sencillas para cualquiera, como de dónde vengo, a dónde voy, qué voy a hacer si salgo de casa o cuál es la dirección de mi domicilio, pueden volverse enigmas indescifrables, repentinamente, para las personas que sufren algún tipo de demencia, como la enfermedad de Alzheimer u otras. El deterioro cognitivo que afecta a algunos dependientes puede provocar pérdidas de memoria o episodios de desorientación tanto de carácter espacial como temporal. Por ello, no resulta imposible que estas personas se pierdan y que eso sea motivo de preocupación extra entre sus allegados.

Para evitarlo, existe un programa de la Consellería de Traballo que permite a los cuidadores y supervisores del bienestar del enfermo conocer con exactitud dónde se encuentra en cada momento, siempre que sea necesario. No soluciona el deterioro cognitivo, pero al menos minimiza sus consecuencias en sus fases incipientes y permite a los afectados llevar una vida más normal. En la actualidad, según datos del Ejecutivo autonómico, un total de 231 usuarios en la comunidad se benefician de las ventajas de poder moverse a su aire sin temor a perderse.

Este programa, que en el caso de Galicia tiene ya una trayectoria que se remonta a 2004 y que en la actualidad está gestionado mediante contrato por Cruz Vermella, utiliza un cinturón que los dependientes llevan encima y que evita que el usuario pueda manipular los componentes fundamentales del dispositivo: un pequeño equipo que integra un teléfono móvil con tecnología GSM y un módulo de localización geográfica vía satélite GPS.

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Este equipo permite que el usuario esté conectado a un centro de control que vigila su ubicación durante las 24 horas del día. El terminal se comunica con la plataforma cada cinco minutos enviando su posición, de forma que en cualquier momento puede recuperarse. Eso sí, los familiares deben asegurarse de que el dispositivo esté encendido y colocado desde que el beneficiario se levanta hasta que se acuesta, y cargado.

A lo largo de este año, Cruz Vermella realizó ya 106 localizaciones, es decir, ubicó a los dependientes después de que la persona responsable llamara a la central para advertir que no tenía a su familiar localizado. En todos los casos, como explica la trabajadora social de la Xunta del Servizo de Prevención de la Dependencia, Carmen García, fueron ubicados "rápidamente" y "con buen final" y no fue preciso avisar a los cuerpos de seguridad o a Protección Civil.

Aparte, se gestionaron en lo que va de 2015 un total de 550 localizaciones por abandono de área. Estas se producen cuando los familiares marcan un perímetro de seguridad del que no quieren que salga el dependiente. Si este abandona esa zona, salta una alarma en la central y se avisa a la familia de dónde está.

Carmen García recalca que el servicio está pensado para fases no demasiado avanzadas de los procesos de demencia, cuando los despistes son esporádicos y no impiden que el dependiente pueda salir de su domicilio. No obstante, suele llegar el momento en que el deterioro se agudiza y ya no pueden moverse de su hogar o, cuando lo hacen, valerse por sí mismos, lo que hace inútil este servicio de control voluntario.

La cifra de usuarios, 231 en Galicia (71 de ellos en Pontevedra; 85 en A Coruña; 40 en Ourense y 35 en Lugo) es bastante variable, cuenta García, y deja en estos momentos dispositivos libres (están disponibles un total de 315), de modo que no hay listas de espera. Se producen bastantes altas y bajas. Estas últimas se deben o bien al fallecimiento del usuario o a que su estado se agrava. "La idea es que los usuarios están bien a nivel de movilidad, solo que pueden despistarse; se trata de un recurso pensado para la prevención y para facilitar que las personas puedan seguir siendo autónomas y se facilite que puedan mantener sus relaciones sociales", enfatiza García. También aporta a los cuidadores "seguridad" y "tranquilidad".

Los datos de los usuarios de este servicio -con un reparto bastante equitativo entre sexos: 118 hombres y 113 mujeres- muestran que el perfil más numeroso es aquel de edades comprendidas entre los 81 y los 90 años, un total de 119. El segundo grupo más abundante (71 usuarios) tiene entre 71 y 80 años. Pero también hay 14 personas que tienen entre 61 y 70 años y hasta una quincena con 60 años o menos (de hecho, en cuatro casos no cumplieron ni el medio siglo de vida). Finalmente, constan 11 que superan los 90 años, aunque son minoría, apunta García, porque a esas edades el desgaste cognitivo ya se agravó mucho o se suma a otra patología que les impide una libre movilidad.

La Xunta ofrece este servicio por cinco euros al mes, según consta en la página web de la Administración, aunque con el sistema de copago que entrará en vigor el año que viene la cuantía dependerá de la capacidad económica de los que hagan uso del programa, y siempre que los potenciales usuarios reúnan los requisitos. Entre ellos, ser beneficiarios de la prestación por la Ley de Dependencia. El servicio se solicita a través del expediente de valoración y se otorga si el equipo considera que es el recurso "adecuado" teniendo en cuenta la situación médica y personal del demandante. García explica que el nivel de satisfacción de las familias con el dispositivo es bastante alto, aunque algún que otro usuario es "reticente" a llevarlo puesto.

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