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Juicio por un crimen que conmocionó a Galicia

Las grietas de una "familia idílica"

Todos los testigos aseguran en el juicio que la relación de Rosario y Alfonso con Asunta era "magnífica" -Los episodios en que la niña acudió a clase de música "dopada", como confirman las profesoras, siembran dudas

Rosario Porto y Alfonso Basterra con Asunta, cuando era más pequeña, paseando por Santiago. // FdV

Que la niña era "la máxima preocupación" del padre y de la madre es una constante en sus declaraciones desde que se inició el juicio, en el que se trata de esclarecer quién (o quiénes) la mató y cómo entre el 21 y el 22 de septiembre de 2013. Clases de inglés, ballet, chino, piano, violín, la petición de adelantarla un curso en el instituto para que su condición de "altas capacidades" no supusiera motivo de frustración académica, la participación en las actividades del Anpa... Todo indica que Asunta era el centro, tanto antes como después de la separación. Lo acredita un compañero de Porto, que asistía con ella a encuentros para charlar en el Ateneo, "ella nunca se quedaba después a tomar algo; decía que tenía que estar con la niña".

Un abogado amigo íntimo del abuelo de la niña y padre de Rosario también indicó que la decisión de adoptar a la pequeña fue totalmente voluntaria, de los padres: "el abuelo incluso lo veía precipitado, porque era pronto y podían tener hijos". Cuando Rosario y Alfonso se divorciaron el único motivo de disputa inicial fue la niña, según testigos en este juicio. Ambos querían la custodia de la pequeña. Días después Alfonso cedió y Rosario se quedó con la custodia, teniendo en cuenta su holgada situación económica. Es más, en un texto mostrado en el juicio en el que Rosario habla de cómo se encuentra tras la separación apunta que Alfonso se muestra un poco "agresivo" pero que con la niña se porta genial.

Sí es cierto que en la vista se analizaron situaciones previas, con el objetivo de buscar indicios de quién pudo suministrar el Orfidal a la niña y teniendo en cuenta que ambos son los acusados, en las que el cuadro de familia ideal hace aguas. Además del lupus, Rosario tuvo varios episodios de depresión e intentos de suicidio, según Gabriela M. K., psiquiatra que la atendió en 2009 en un ingreso voluntario por "angustia, ansiedad, tristeza y deseos de morir". La especialista aseguró que mostraba "ambivalencia", que consiste en sentir amor y odio "en las relaciones vinculares". No obstante, la facultativa puntualizó que el único riesgo era para sí misma, teniendo en cuenta episodios previos de "intento de autoeliminación" pero descartó que pudiese hacer daño a terceros. Un informe realizado en su día por otro psiquiatra exponía que Rosario estaba "irritable" con la niña.

En todo caso, sí queda claro, en el ecuador del juicio, que Rosario tomaba Orfidal debido a sus problemas, y que Alfonso retiraba el medicamento supuestamente para ella en farmacia; constan al menos tres retiradas entre julio y septiembre de 2013, de 125 pastillas en total, según los testimonios de las farmacéuticas del centro de Santiago. Alfonso indicó también que tras la separación acudió a un psicólogo que le ayudó a superar el trago en aquella época; según testigos del juicio, "estaba a tratamiento con Prozac".

Orfidal es el medicamento, que produce sedación y somnolencia, que apareció en el cuerpo de Asunta, como indicó la autopsia, consumido en las horas previas y también durante al menos tres meses antes. No queda claro que la ingesta tuviese lugar durante la comida (pudo haber sido más tarde, si bien es un dato que todavía hay que comprobar). Que la niña tomaba algo extraño (al acudir a clase como 'dopada) también quedó patente estos días: los testimonios de los profesores de música de verano son cruciales (además de la autopsia). Fueron testigos de las situaciones de somnolencia de la niña y transmisores de la desconfianza de la pequeña en su momento: "me dan unos polvos blancos y yo no soy alérgica, nadie me quiere decir la verdad". ¿Quién? "Mamá", narró una de las profesoras de la Escuela Play.

Incluso en el transcurso de este juicio, más allá de dudas o contradicciones en el sentido de "ese día la recogí yo de clase" o "la llevé yo" o "estaba conmigo" para contrastar sus declaraciones en relación a los episodios de mareos en clase de la pequeña o faltas de asistencia, ambos se lanzaron alabanzas entre ellos. "Alfonso es el mejor padre que podía tener" y "Rosario es la mejor madre que podía tener", afirmaron el uno del otro.

Los planes de futuro para la pequeña

  • "Yo nunca le di medicación, estaba como un roble. Para mí era una familia idílica y la niña era perfecta". El testimonio de la madrina de la niña, María Isabel V., también fue crucial. Confirmó el retrato de familia idónea en la que ambos progenitores se preocupaban mucho por la niña, una estampa que choca con las descripciones iniciales (durante la investigación) de que la niña pasaba tiempo sola. La defensa de Rosario Porto basó los interrogatorios de los últimos testigos en intentar acreditar que el cuidado de la niña era máximo por parte de su madre. La propia madrina aseguró también que con su padre la relación era magnífica: siempre muy alegres los dos y bromeando, divirtiéndose.La idea de que la niña podría ser "un estorbo" en los planes de futuro de la pareja también estuvo presente durante la vista, con preguntas y respuestas tratando de probar, por parte de la defensa de los dos acusados en este caso (los padres), que la teoría de que la niña "sobraba" en casa no coincide con la realidad de esta pareja. En varios momentos de este juicio con jurado popular se habló de los planes de futuro de Asunta, entre ellos la posibilidad de estudiar en el extranjero. Uno de los testigos clave también en este capítulo fue la diseñadora a la que Rosario Porto le encargó la reforma del piso de sus padres. Aseguró que la prioridad de Porto, una vez divorciada, era montar un piso cómodo para ambas, para vivir madre e hija. De hecho, el piso contaría, además de la habitación de la niña, con un cuarto con piano, para que pudiera practicar con sus instrumentos. Planes existían, según los testigos.Por otra parte, si se analizan las pocas certezas surgidas en lo que va de proceso: en la tarde de los hechos, las cámaras de Galuresa captaron a Rosario con Asunta en el Mercedes camino de Teo (donde está la casa vinculada supuestamente al asesinato, a 4 kilómetros de la pista en la que apareció el cuerpo) a las 18: 21 del sábado. Hay que recordar que en la primera versión Rosario había dicho que no llevó a la niña, que la había dejado en el piso de Santiago estudiando. Al conocerse las imágenes cambió su discurso. Según los agentes que analizaron las cámaras, la niña no regresó; la madre sí. Porto asegura, no obstante, que la trajo de vuelta y la dejó en el centro para que subiese a casa.

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