Tanto Rosario Porto como Alfonso Basterra se sientan en el banquillo acusados de ponerse "de acuerdo" para quitar la vida a su hija, que falleció, según la autopsia oficial, en la tarde del 21 de septiembre. No obstante, la madre de la menor ha tenido que explicar por qué la niña aparece grabada por cámaras en su coche, mientras que hasta ahora Alfonso Basterra siempre aseguró que no se movió de su domicilio tras comer con ambas y hasta que salió por la noche para buscar a Asunta. Sin embargo, ayer, en la primera jornada de testificales, uno de los testimonios objeta su afirmación. A la par, algunos agentes han puesto en cuestión, tras analizar la habitación de la niña en los pisos de sus padres, que la suya fuera una "desaparición forzada", como ambos dieron a entender cuando acudieron a denunciar la ausencia de la niña a comisaría.

Respecto a los movimientos de Basterra la tarde de los hechos, una compañera de clases de la niña en la Alianza Francesa aseguró al tribunal que esa tarde le vio en compañía de su hija por una calle del centro de Santiago (en concreto entre General Pardiñas y República del Salvador). En un principio, la joven aseguró que había sido "más allá de las cinco y media y antes de las siete", si bien ubicó su encuentro poco después de acompañar a un amigo a una tienda a comprar unas zapatillas deportivas.

El ticket de compra del establecimiento muestra que el calzado se vendió a las 18.21 horas, aunque la joven no precisó al tribunal si esa hora era la real. Aun así, este detalle fue utilizado por la letrada de Basterra, Belén Hospido, quien enfatizó que las 18.21 horas una cámara de una gasolinera en la salida de Santiago grabó a Rosario Porto supuestamente en compañía de Asunta. En esa línea sugirió a la joven que podía estar en un "error", posibilidad que la testigo descartó: "Estoy segura porque la conocía muy bien". Vázquez Taín apuntó en su auto de apertura de juicio oral que "las cámaras no son claras respecto del asiento de atrás del vehículo y podría ir Alfonso".

En la intensa sesión de testificales algunos agentes apuntaron también cuestiones que les causaron "extrañeza". Uno de ellos (uno de los que recogió la denuncia de la desaparición de la niña) se refirió así a cuando Basterra, en un momento en que estaban solos, auguró que la niña "iba a aparecer fallecida" y que "lo único que él quería es que no hubiese sido agredida sexualmente". Este policía añadió que "normalmente los padres tardan más en denunciar, aunque hay padres más nerviosos que otros" y que en este caso habían hablado "desde el primer momento" de la posibilidad de que su desaparición no fuese "voluntaria". No obstante, como aclaró un guardia civil especialista en desaparición de personas que investigó los hechos, en las viviendas de los acusados "nada", ningún signo de refriega, apuntaba a una "desaparición forzada".

Este especialista concedió que cuando les comunicaron el posible hallazgo del cadáver de su hija la reacción de ambos "fue de sorpresa mayúscula, en el caso de Rosario de una incredulidad absoluta, y hubo que calmarla". El mismo agente comentó que vio a Basterra más "compungido" y apenado.

Este agente, que fue al que más preguntas realizaron las partes (durante unas dos horas) también recordó cómo pese a que le indicó a la acusada la importancia de "no obviar ningún detalle" para localizar a la pequeña, Rosario Porto no les contó que había llevado a la niña a Teo, como explicó luego, sino que les dijo que la había dejado haciendo los deberes "a las siete".

También apuntó este investigador que en Montouto le llamó "la atención" en la papelera un trozo de cuerda naranja cuyo color y brillo "inmediatamente" le hicieron "pensar en las cuerdas" que había visto al lado del cuerpo de la niña. Las cuerdas, señalaron, les hicieron desechar que fuese un atropello, como les dijeron en un principio. Al hallazgo del cadáver se remitieron dos agentes para indicar que los forenses apreciaron en el lugar restos de fluidos, como "salpicaduras", que presentaba la niña en la frente, mano y cuello, pero ambos indicaron que la "idea que tenían" es que no se trataba de semen.

Respecto al portátil de Basterra, uno de ellos, el que se hizo cargo de los registros, reconoció que no se fijó si el ordenador se encontraba en el piso del periodista en el primer examen porque "no se estaba buscando", aunque en el siguiente registro dice que sí se buscó y el portátil "no estaba", pese a que Basterra defiende lo contrario. En esos registros también buscaban, apuntó, Orfidal, con el que supuestamente se intoxicó a la niña. En ese punto, preguntado por la acusación popular sobre si él encontró este fármaco en los registros de los pisos de los progenitores, dijo que "en ninguno de ellos".