Casi dos años después de que la Armada diese de baja a su buque insignia, el Príncipe de Asturias, el portaaviones sigue inmovilizado en Ferrol a la espera de ser subastado e ir al desguace ante la ausencia de países interesados en su compra. Todas sus piezas reutilizables ya han sido retiradas y en la actualidad se mantiene a flote solo su gran armazón de metal. En los últimos días, el Ministerio de Defensa se ha movilizado para resolver el proceso: el pasado 16 de septiembre la Junta Secundaria de Enajenaciones y Liquidadora de Material de la Armada aprobó la orden de inicio del expediente y el traslado de su tramitación en la junta delegada de Ferrol. Esta ya ha iniciado la elaboración de los pliegos de condiciones donde se detallarán los aspectos técnicos y administrativos que regirán la enajenación por subasta pública del navío.

Una vez aprobados los pliegos, se remitirá al Boletín Oficial del Estado (BOE) el anuncio de licitación, comenzando la apertura del plazo para la entrega de documentación por los licitarios. El proceso, según apuntaron a este periódico desde la Armada, se prolongará hasta finales del próximo año. La tasación ya ha sido aprobada por un importe de más de 4,8 millones de euros. "Ese importe será el precio tipo que se utilizarán en la subasta", confirman desde el departamento que dirige Pedro Morenés.

Aunque algunas fuentes cifran en más de 20 millones de euros la cantidad que podría ingresar la Armada por la venta del portaaviones reducido a chatarra, desde Defensa evitan hacer estimaciones porque -alegan- depende del resultado de la subasta, que será en función de la cotización del valor real de los materiales empleados en su construcción en ese momento.

Después de que se barajase la posibilidad de comercializar el buque estrella de la Armada española a una Marina de otro país, está opción se dio finalmente por descartada. La Armada angoleña, indonesia o brasileña mostraron interés por hacerse con el portaaviones español, pero ninguna gestión llegó a traducirse en una adquisición porque les resultaba inviable mantener el portaaviones. Un buque con capacidad para 600 personas frente a los 300 efectivos a los que no llega su sucesor, el Juan Carlos I. Se trata de una plantilla elevada con la que no cuentan todos los países en su Marina para poder mantener la buque operativo.

Defensa se vio obligado a dar de baja al Príncipe de Asturias porque tras 25 años de servicio requería una renovación urgente cuyo coste podía ascender hasta los 150 millones de euros. El hecho de que este tipo de buques no suelan tener una visa superior a los 30 años hacía que la operación fuese demasiado costosa como para mantener el barco solo unos años más.

El proceso de baja comenzó en la base naval de Rota, donde se llevó a cabo la fase previa de inmovilización y parte del desarme. En febrero de 2013, el Príncipe de Asturias realizó su última navegación hasta Ferrol para realizar allí el proceso de desmantelamiento. La desmilitarización del buque no implica que todos sus componentes sean descartados. De hecho, muchos pueden ser utilizados para otros buques de la Armada, como los equipos electrónicos, sistemas de comunicaciones o elementos de energía y propulsión como motores o turbinas.

Desde que fue dado de baja en diciembre de 2013, el buque insignia de la Armada, ya completamente desequipado y desarmado, permanece inmovilizado en el Arsenal Militar de Ferrol, custodiado las 24 horas del día por una quincena de militares para evitar el saqueo de lo poco que queda a bordo.