"¿La niña era un estorbo?", preguntó directamente el abogado de Rosario Porto, José Luis Gutiérrez Aranguren. "No, por Dios", contestó debilitada, la madre de Asunta. Durante el interrogatorio de ayer Porto expresó, en distintas ocasiones, las cualidades, la bondad y la excelencia de la pequeña de origen chino. "Fue una niña adoptada, muy querida", avanzó al inicio de la sesión. Ante preguntas de su abogado, Porto describió que tenía muchos planes de futuro con la niña, incluso para que fuese al extranjero a estudiar. Añadió que la reforma del piso de Santiago estaba pensada para ella, para Asunta, en donde habría un cuarto con un piano. Para la niña.

Aranguren llegó a preguntarle también si ella había pensado en algún momento en unir su vida a su compañero de Vedra, con el que mantuvo una relación que sería una causa más de su distanciamiento sentimental con su exmarido. Basterra lo negó y aclaró que habían sido encuentros puntuales pero que en ningún caso pensó en ir a vivir con él, en el piso de Santiago o en otro lugar. La postura expuesta ayer por Rosario Porto en cuanto a su visión de futuro con la niña choca con la tesis del juez instructor, José Antonio Vázquez Taín, que en su momento dio a entender que era posible que Rosario viese a la pequeña como un estorbo ante la necesidad o intención de empezar una vida nueva. En el auto consta que "la niña pasaba días e incluso noches sola", que estaba "tirada" sin que nadie le hiciese caso. Durante la instrucción también se puso en entredicho que Porto y Basterra no pasasen más tiempo en las vacaciones de verano con la menor, que se fue con su madrina a Vilanova y los días antes de empezar el curso a Val do Dubra con su cuidadora. En referencia a este episodio, Porto explicó que sí pasaron unos días también con su pequeña en Vilanova ese verano. "Mi hija me molesta, ya no tengo ganas de encargarme de mi hija", es una de las declaraciones que el psiquiatra ponía en boca de Rosario, y que Taín tuvo en cuenta en la instrucción para analizar la relación de Rosario con su hija. En este punto se percibió ayer una diferencia de enfoque por parte de la madre de la niña durante la declaración, siempre en relación con la instrucción.

Porto indicó ayer, en todo momento, que su única preocupación era la niña. En su recuerdo solo tuvo palabras de alabanza: "Era guapa, brillante e ingeniosa, era una niña de altas capacidades", expresó en varios momentos del interrogatorio.

En cuanto a la relación con Alfonso, Rosario evitó ayer referirse a episodios agresivos supuestamente acontecidos al final de su relación sentimental. Consta en la instrucción, no obstante, que una noche se fue de casa y admitió entre sus amigas que tenía miedo. Este capítulo presente en la instrucción se obvió ayer, pese a las preguntas realizadas en esta dirección, y Rosario no dejó claro que hubiese episodios agresivos.

Quien salió bien parado de la comparecencia, al menos en su retrato como padre, fue Alfonso Basterra. Rosario resaltó que su hija tenía "muy buena" relación con su progenitor, aunque a veces consideraba que era muy paternal. Basterra era tan buen padre que a veces Porto se sentía, como confesó ayer, "tremendamente culpable porque madres que decían ser entregadas decían que siempre veía a Alfonso con la niña". No obstante, aclaró, ese era una manera más de Basterra de hacerle la vida "más cómoda". Hasta el punto de que a preguntas de la letrada de su exmarido, Belén Hospido, que le preguntaba si él ejercía como "amo de casa al uso", respondió "más que yo sí". La vinculación de ambos con la niña llegó al punto de que "si en algún momento" discutieron "fue porque ambos" querían "tener más a la niña".

Porto también se explicó en relación a unas fotografías tomadas tras una representación de ballet. "Me parece que solo una mente calenturienta puede malinterpretarlas", proclamó, tras recordar que el resto de las niñas "están disfrazadas igual" que Asunta.