Los padres de Asunta, la abogada Rosario Porto y el periodista Alfonso Basterra, volverán a verse las caras hoy en los juzgados de Santiago, y lo harán acusados del asesinato de su hija frente al tribunal popular que determinará si son culpables o inocentes. El juicio por el crimen de la pequeña, que hoy cumpliría 15 años, arrancó ayer con la selección del jurado. Unos interrogatorios que desvelarán si su alianza inicial de defensa está rota como parece y ahora tratan de salvarse cada uno por su lado.

El pasado mes de julio, con ocasión de la vista en la que se les prorrogó la prisión provisional, Basterra y Porto no solo no se dirigieron la palabra al verse, sino que llegaron desde la cárcel de Teixeiro en vehículos separados y la tensión entre ambos era evidente.

Las palabras de amor y apoyo que Basterra susurraba a su exmujer tras la detención de ambos quedaron atrás cuando en su escrito de defensa el periodista arrojó las sospechas sobre ella. Argumentó que la niña durmió con su madre cuando la vieron con síntomas de haber sido drogada, que era Rosario quien "guardaba" y "administraba" el loracepán que en ocasiones él compraba para ella, y que desconocía que la niña había ido al chalé de Teo con su madre por lo que creyó la versión de ésta de que se había quedado estudiando en el piso de Santiago cuando denunciaron la desaparición de Asunta en comisaría. Claro que ya antes Rosario, al reiterar su inocencia ante el juez, apuntó que aunque no creía que Alfonso fuera culpable, admitió que "si que lo he pensado"

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Durante un mes entero ambos se enfrentarán a los indicios y pruebas recabados por los investigadores, al relato de los testigos y de los peritos y, lo que es más duro, a las imágenes del cadáver de su hija y al pormenorizado relato del calvario que sufrió hasta que sedada y sin poder defenderse su asesino la asfixió con las manos apoyadas en un pequeño pañuelo de papel. Es el momento de que ofrezcan respuestas frente a los indicios que los sitúan como autores del crimen.

| Tres meses de sedaciones y comida en la casa paterna. El 21 de septiembre de 2012 Asunta y su madre comieron en el piso de Alfonso Basterra. A tenor de los informes toxicológicos la ingesta forzosa y masiva de loracepan, un medicamento ansiolítico, sedante, relajante muscular y amnesiante se produjo cuando estaba con sus progenitores en casa de Basterra. Rosario tenía prescrito el medicamento, que adquirió en grandes cantidades Alfonso en la misma farmacia poco antes del crimen.

| El hombre de negro. ¿Un ensayo ? Asunta escribió un whatsapp a una amiga: "Hoy intentaron matarme". Su madre explicó que un hombre entró en su domicilio la madrugada del 4 al 5 de julio de 2013 e intentó agredir a la niña, pero no lo denunció por el bien de su hija. Este hecho y las reiteradas sedaciones que relatan profesores de Asunta aquellos días previos al crimen llevan al fiscal a sospechar que se trató de un "ensayo" del asesinato, y ofrecer a la niña una explicación sobre tales acontecimientos.

| Las distintas versiones de Rosario. Tras denunciar que dejó a la niña estudiando en su piso de Santiago, cambió de versión cuando el juez le dijo que existían grabaciones de ambas camino de Teo. Entonces admitió que la llevó con ella al chalé, pero ofreció cinco versiones, incluida la de que la pequeña se encontraba mal y la acercó al piso de Compostela, si bien no recordaba en qué calle la dejó.

| ADN y cuerda naranja. Otro de los indicios contra los padres de Asunta es que al lado del cadáver apareció un trozo de cuerda naranja, con la que maniataron a la pequeña antes de morir. Rosario, durante el primer registro del chalé de Teo, subió al baño del primer piso y se dirigió a una papelera. Dentro había un trozo de cuerda similar y un pañuelo, todavía húmedo, con el ADN suyo y el de su hija. Basterra se apresuró a explicar que la cuerda naranja era la que utilizaba el jardinero y que se la habría dejado en la casa, pese a que admitió que el operario no accedía a la vivienda.

| El traslado del cadáver. La autopsia y las alarmas del chalé sitúan a Rosario Porto al lado de su hija cuando murió. Pero resulta difícil que ella sola moviera el cadáver. El fiscal sospecha que Basterra, aunque aseguró que pasó la tarde en su piso de Santiago, estaba con ella, aunque ninguna cámara le grabó. Los peritos de Porto cuestionarán la hora de la muerte, que la autopsia fija entre la 7 y las 8 de la tarde. Si el crimen hubiera tenido lugar dos horas y media después, Rosario tendría coartada: estaba en comisaría acompañada por la Policía.