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La guerra de Siria y el éxodo de refugiados

Faysal Deiri: "Siria está dividida en 40.000 pedazos y yo no le veo solución"

"Antes había costumbres pero todas las etnias convivían. Nadie te preguntaba si eras chiíta, sunita o kurdo; cada uno a lo suyo"

Faysal Deiri, en el jardín de su casa. // FdV

"Si hay un problema en Noruega o en el Congo, puede dolerte, pero claro, cuando te pellizcan en tu carne, duele más. Siria es un país que nunca estuvo bien. Desde que es independiente, tras pertenecer a Francia, en pocos años hubo muchos gobiernos y golpes de Estado. No quedó bien", cuenta Faysal Deiri. Este sirio, natural de Alepo, tiene 64 años y acaba de retirarse tras una vida dedicado a la hostelería y el negocio propio, como autónomo. Con solo 18 años viajó a Galicia para estudiar Medicina. "Cursé estudios hasta cuarto pero, por cuestiones familiares, no pude continuar y tuve que ponerme a trabajar. Elegí la hostelería. Me quedé aquí, eso sí, sin perder nunca de vista a mi país, al que viajé en numerosas ocasiones para estar con mis padres y hermanos, cuando estaban allí", cuenta Deiri, que vive en Vigo desde hace prácticamente cuatro décadas, casado y con dos hijos.

Deiri tiene la sensación de que su país "no tiene solución" hasta que las grandes potencias decidan cambiarlo. "En el fondo creo que prefieren que gobierne Al Asad a que entre el Estado Islámico", cuenta el sirio afincado en la ciudad olívica. Deiri sí recuerda, y así lo cuenta, cuando no había diferencias y se podía convivir. "En el mercado de Alepo, por ejemplo, nadie preguntaba si el vendedor de al lado era chiíta, sunita o kurdo. Cada uno andaba a lo suyo, unas mujeres con pañuelo, otras con falda, pero voluntariamente y cada uno a lo suyo, como vendedores, como compradores, sin fricciones", describe, con rabia contenida. Todo para expresar que eso es lo que la mayoría de la gente que se va de Siria desea para su país, "poder vivir en paz, pero parece imposible". "Además, se quedan 15 días sin agua y, para mucha gente, con un sueldo de 300 euros, la bombona de butano cuesta 30, por poner un ejemplo", añade Deiri.

Primavera árabe

A Deiri le preocupan los refugiados: "la situación es muy delicada, para ellos que salen y también para Europa, que los recibe, porque una parte, los más formados, no tendrán problema en integrarse; hay que verlo como una situación de emergencia". ¿Qué es lo que ocurre realmente? La gran pregunta. "No es fácil de explicar. Desde que ocurrió lo de la Primavera árabe, las revueltas, hace cuatro años, el problema se fue trasladando: Túnez, Egipto, Libia, Siria... Empezó como una cosa pacífica de gente saliendo a la calle y pidiendo libertad y democracia pero al ver que las sillas se tambaleaban empezó a respirarse opresión. Me recuerda a la revuelta de los hermanos musulmanes en 1982, en la que murieron miles de personas en Siria. En fin que ahora el país está dividido en 40.000 pedazos, con las diferentes etnias, el Estado Islámico, las mafias, los que matan en nombre de Dios como si esto fueran los tiempos de las Cruzadas, barrios ocupados por distintas formaciones; creo que se enquistó de tal manera que ya no tiene salida. Yo no le veo solución", argumenta Deiri. Según sus lecturas sobre el futuro concluye que en poco tiempo "Siria dejará de existir como país, es como el caso de Irak, por ejemplo, que está dividido en tres partes: kurdos, chiítas y sunitas, es un país pero realmente no funciona como un país", apunta.

No puede evitar pensar en antes del conflicto, "cuando había costumbres, como en cualquier otra parte, y cuando todas las etnias convivían, cada una con sus lugares para el rezo, cercanos incluso y sin problemas", apunta Deiri.

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