Profesor de vocación y político por responsabilidad, el exministro de Justicia y hasta ahora diputado socialista Francisco Caamaño regresa a la docencia tras varios años en el Gobierno y el PSOE, partido con el que asegura que podrá seguir colaborando pero ahora desde su puesto en la universidad.

Caamaño (Cee, A Coruña, 1963) anunció el pasado lunes su renuncia al acta de diputado en el Parlamento gallego, una decisión que adoptó porque "es bueno" poder volver a la profesión, tras el "aprendizaje interesante" que supuso formar parte del Ejecutivo, especialmente durante la Presidencia española de la Unión Europea, y también de las Cortes.

"Hay políticos que nunca se van" y "muchas personas han hecho de lo político un poco su razón de ser", asegura, algunas de ellas compañeros de viaje socialista que le han causado "disgustos en lo orgánico" hasta el punto de llegar a sentirse "incomprendido", confiesa en una entrevista con Efe.

No en vano, argumenta, el político y profesor por vocación puede dedicarse temporalmente a lo primero, continúa, pero además ejercer ese sentido ciudadano desde muchos lugares, ahora como "persona de izquierdas, pero no como diputado del Partido Socialista".

"Yo podré perfectamente seguir colaborando como socialista con el PSOE, pero a la vez hacer esta otra función que me da independencia orgánica, no ideológica, que siempre estaré en el partido, pero con mayor libertad, que es la que te da el oficio de la universidad".

Catedrático de Derecho Constitucional, Francisco Caamaño ha sido letrado del Tribunal Constitucional, director de la Fundación Democracia y Gobierno Local, secretario de Estado de Relaciones con las Cortes y también de Asuntos Constitucionales y Parlamentarios, antes de ser nombrado ministro de Justicia.

El balance de esta trayectoria es positivo, porque en todo este tiempo ha acumulado experiencias "interesantes" vinculadas a su conocimiento universitario, sobre todo desde la "responsabilidad que se asume y los procesos de decisión" que ha seguido dentro del Gobierno, en el ámbito de la justicia, que está "muy sectorializado y con muchos lobbies, donde los silencios son muy necesarios".

Mientras y en cuanto al partido, reconoce que "no era consciente" de su funcionamiento porque "no era una persona de Ferraz, era una persona del Gobierno, llamada por el Gobierno para prestar un servicio, pero no un militante socialista vinculado a su ejecutiva".

Ese, argumenta, es un conocimiento que adquirió con posterioridad, como diputado en el Congreso y en el Parlamento gallego, donde mantuvo una "posición muy crítica" sobre su actividad interna y así lo demostró, recuerda, con su apoyo a Carme Chacón y pese a "aquella bronca" de Galicia con Ferraz sobre las primarias.

"Las defendí porque creía en ellas, creo en la democracia interna de las organizaciones, creo en la transparencia, y eso cuesta mucho llevarlo adelante", subraya Caamaño, que ha sido también secretario provincial del PSOE en A Coruña.

Esta postura algo "ingenua en la vertiente orgánica", como decían algunos de sus compañeros, le ha "costado disgustos" porque pretendía cambiar una organización "con gente dentro y muchas personas que han hecho de lo político un poco su razón de ser o su vida, su profesión", y "sin conocer la realidad del partido en Galicia".

"Eso tiene su historia y su momento, una vez que te vas ganando apoyos de mucha gente vas causando los recelos de otra", añade, pero sigue sosteniendo que "alguien tenía que poner de manifiesto que esa vertiente orgánica no era la mejor y la única forma de hacerlo era no siendo igual".

En A Coruña y después de sus "encontronazos" con la provincial se celebraron elecciones primarias y, aunque este proceso supuso para él "algún desgaste superado", cuando lo consiguió "no tenía ningún interés en seguir de secretario provincial".

A partir de ese momento comenzó a centrarse en la universidad, porque "la verdad es que compatibilizar la política con ella me parecía irresponsable", dice, y ahora confiesa tener ganas de "trabajar sobre las Cortes, sobre las que hay que decir muchas cosas", y dejar paso a otros compañeros.

"Mi idea era estar hasta el final del periodo de sesiones", explica, pero la ordenación del curso universitario se cierra en mayo y de ahí su inesperada decisión de renunciar a su acta en el Parlamento gallego, donde será sustituido por Emilio Vázquez.

En cuanto comience el curso, se dedicará a la docencia hasta febrero, cuatrimestre en el que concentrará sus clases, y después atenderá las invitaciones que ya ha recibido de universidades extranjeras y foros internacionales que, destaca, enriquece además la labor académica.