Hace quince años, las coaliciones abrieron una brecha en la entonces consistente armadura electoral del fraguismo. Las municipales de 1999 se saldaron con el PP como partido más votado en las urnas. En seis de las siete ciudades gallegas logró el primer puesto, pero solo alcanzó la Alcaldía de Ourense, única donde obtuvo la mayoría absoluta. Dos meses después de aquella cita, el partido planteaba en Galicia una reforma electoral para facilitar la elección directa del alcalde a través de una segunda vuelta entre los candidatos más votados, una senda que ahora emula el Gobierno central de Mariano Rajoy para que sea el candidato de la lista más votada quien gobierne un municipio.

El congreso autonómico de los populares gallegos de aquel año debatió la propuesta que se comenzó a pergeñar tras el varapalo electoral de junio, al auspicio de un Manuel Fraga, presidente de la Xunta entonces y con un gran peso a nivel estatal, que apoyaba un sistema electoral similar a los de Reino Unido o Francia.

Los argumentos de entonces se reproducen quince años después. El Ejecutivo presidido por Mariano Rajoy esgrime que un nuevo sistema responderá a las exigencias de mayor transparencia de la ciudadanía y favorecerá la gobernabilidad. Abrirá el proceso para reformar la ley en septiembre y planea opciones como que el partido más votado deba alcanzar al menos el 40% de votos o incluso implantar un sistema de doble vuelta.

En 1999, Dositeo Rodríguez, presidente de la comisión organizadora del cónclave popular en Galicia, declaraba a FARO para justificar la reforma su incapacidad para gobernar con mayoría simple. "Somos el partido mayoritario en la mayoría de los ayuntamientos y, sin embargo, los pactos del BNG con el PSdeG nos impiden gobernar. U obtenemos la mayoría absoluta o no gobernamos", alegaba entonces, evidenciando el interés de su formación en la reforma. La oposición denuncia que la reforma planteada este año responde a ese mismo interés: que el PP logre el mayor número de Alcaldías posibles.

El pacto existente en 1999 entre PSdeG y BNG para facilitar bipartitos que apartasen al PP del poder marcó una era en la política gallega que cristalizó en 2005 cuando esa alianza relevó a Fraga de la sala de mando de San Caetano, si bien las desavenencias internas no solo contribuyeron al regreso a la Xunta del PP en 2009, sino que también derivaron en la ruptura de alianzas municipales en Vigo, Lugo u Ourense. De hecho, PSdeG y BNG rechazan suscribir ese tipo de pactos generales, aunque no alianzas puntuales.

En aquel año, el PSdeG de Francisco Vázquez logró mayoría absolulta en A Coruña y el PP de Manuel Cabezas en Ourense. Fueron las únicas. Los populares lograron ser los más votados en Vigo, Pontevedra -empatados a ediles con el BNG-, Lugo, Ferrol y Santiago, única de ellas donde no tenían la Alcaldía. Tras los pactos bipartidos no gobernaron ninguna.

La propuesta, sin embargo, no es patrimonio exclusivo del PP, a pesar de las quejas de la oposición. El PSOE incluyó la misma posibilidad en el programa electoral de 2004, aunque Zapatero no lo impulsó cuando llegó a Moncloa. Entonces, abogaba por la elección directa de alcaldes en votación diferente a la de concejales y con doble vuelta. Los populares se lo han recordado a los socialistas, que censuran ahora el proyecto de Rajoy.