Tras casi tres décadas en Caixa Galicia, el 16 de septiembre de 2009 la entidad confirmaba que su entonces director general se jubilaba. Su contrato le permitía seguir cinco años más, hasta cumplir los 70, pero José Luis Méndez no tenía sitio ni en las negociaciones de la polémica fusión con Caixanova ni mucho menos en los órganos de gobierno del nuevo grupo financiero. De hecho, fue el gran ausente de las conversaciones. El Banco de España lo había dejado muy, muy claro: no lo quería. A esas alturas, el organismo conocía a fondo la quiebra interna de Caixa Galicia. Una bomba a punto de estallar derivada, como destacan sus informes de supervisión, de una política desmesurada de inversión en ladrillo, falta de control interno de riesgos y cientos de millones de euros pendientes de provisionar desde 2007 por el deterioro de los créditos y los activos adjudicados en pago de deuda. En aquel momento también, la caja coruñesa se apuró a anunciar que Méndez renunciaba a la compensación por esos cinco años posibles hasta el retiro máximo. Había trampa.

Según ha podido comprobar FARO por las actas del consejo de administración de ese día, José Luis Méndez se fue con un finiquito que incluía expresamente una "indemnización" de más de 2,7 millones de euros. Pese a que cuando saltó la polémica de los cobros de Méndez la entidad lo negó. El expresidente José María Castellano aseguró públicamente que no había recibido ninguno y que acababa de renunciar a varios privilegios. Tampoco ahí no se contó todo lo que mantenía.

Además de la indemnización, la pensión bruta de jubilación alcanzó los 12,277 millones de euros, de los que más de 8 millones venían del fondo de pensiones y 2,229 millones más de la póliza complementaria. La suma escala a los 15 millones de euros. El acta del consejo de administración desvela que, además de las prebendas conocidas -chófer y seguridad y un blindaje durante cinco años en las cúpulas de las participadas, con derecho a tres anualidades en caso de cese-, Méndez contaba con secretaria, teléfono móvil y conexión informática.

Siempre un mínimo del 85%

El antiguo máximo responsable de Caixa Galicia nunca desveló su sueldo. Cualquier estimación durante el mandato corría el riesgo de alejarse, y mucho, de la realidad, porque su retribución estaba sin concretar en los informes anuales dentro de la partida completa para la alta dirección. ¿Y cuánto era? Pues 2,5 millones de euros por ejercicio. Como referencia, el sueldo del polémico ex director general de Caja Madrid, Miguel Blesa, que cobraba 1,7 millones hasta 2007 y 3,5 después. Lo llamativo es que una buena parte del salario venía de la parte variable, que llegó a suponer un 145% sobre la parte fija. Independientemente del cumplimiento o no de objetivos, Méndez tenía, según figura en documentación oficial de la caja, derecho a cobrar como mínimo una retribución variable del 85%. En 2007, cuando estalla el negocio y empieza a dispararse la morosidad de la entidad, según el Banco de España, se hace un cambio en su contrato para rebajar la variable al 119% y la diferencia hasta el 145% se consolida en el tramo fijo del sueldo.

De la mano del salario, Méndez contaba con muchas comodidades a su servicio. Cuando viajaba a Madrid, donde tenía casa, lo hacía con cocinero propio. Y allí le esperaba otro coche oficial. En su casa de A Coruña, y ante las quejas de vecinos por ruidos, Caixa Galicia optó por comprar las dos viviendas laterales y solucionar así el problema.