La operación acordeón impulsada en el accionariado de NCG para inyectar los 5.400 millones de euros del rescate europeo se llevó por delante el 6,8% que controlaba la antigua caja única. Ese paquete que teóricamente -porque al banco todavía le quedaba una larga travesía por el desierto sin repartir dividendos a sus socios- garantizaba la financiación de la obra social. A la fundación que heredó los activos y la labor de Novacaixa no le quedó otro remedio que poner en cuarentena su presupuesto y buscar una estrategia de reducción de gasto. "Está viva", defendía hace casi un año el gerente, Pedro Otero, durante la comisión del Parlamento para investigar la desaparición del sector financiero. A la espera del posible apoyo del nuevo dueño del banco, Banesco -el presidente, Juan Carlos Escotet, mostró su disposición a colaborar con la entidad como un patrono más-, la fundación hace un auténtico ejercicio de equilibrio financiero para sobrevivir. La inversión el pasado ejercicio cayó un 25%, hasta los 31 millones de euros, pese a que la reducción del déficit alcanzó, según la organización, el 57%.

¿Cómo es posible? Por la mayor rentabilización de la actividad. Porque los ingresos fueron más elevados de lo esperado. El plan estratégico recogía para el 2013 un total de 23 millones de euros, que finalmente fueron 23,2 millones. La otra explicación está en que también el recorte de gasto fue mayor. El desembolso inicialmente contemplado para el conjunto del ejercicio era de 38,2 millones de euros, y el balance publicado ayer por Novacaixagalicia lo deja en 31,8. La diferencia en la caja, esos 7 millones de euros, se cubrieron con el remanente de más de 70 millones de euros que atesora la fundación desde su nacimiento. Y esa cantidad, entre 5 y 7 millones al año, es lo que el propio Otero demanda para blindar el futuro.

"Los contenidos se han adecuado al contexto actual y esto no ha supuesto una reducción de actividad en nuestros propios centros", explican desde Novacaixa. Era una de las premisas de la hoja de ruta a seguir hasta 2016, con un "ahorro global presupuestario" de 140 millones en cinco años. Tras la eliminación de las duplicidades derivadas de la fusión de las dos obras sociales de ambas cajas y de "aquellas actividades que no suponían una contribución social relevantes", sus responsables impusieron la "eficiencia y la austeridad" en el gasto. Los de administración cayeron un 30%; los de marketing y difusión un 53%; y los de gestión de los espacios propios, otro 31%.

De esos 31 millones de euros en actividades -a lo que se suman otros 800.000 en el mantenimiento del patrimonio y la plantilla-, más del 58% fue gasto social; el 23% estuvo relacionado con cultura; y un 18,4% en conocimiento.