Para unos se ha convertido en la voz autorizada de los indignados, "para cambiar el sistema desde dentro confiando en que otra forma de hacer política es posible". Para otros expertos, el radio de acción de la formación con un solo rostro conocido hasta el momento, el del politólogo Pablo Iglesias, es mucho mayor: "un camino ilusionante para los desencantados y descontentos con la izquierda tradicional" y también "un aliciente para ir a votar de los jóvenes" abrumados por la crisis y demás rostros de la desafección política de los últimos tiempos.

Podemos, lejos de siglas y nombres de los partidos tradicionales, parece haberse convertido en los comicios europeos en un grito de guerra, en el altavoz de los que quieren ser escuchados "pero de otra forma, desde la honestidad, la proximidad y lejos de la corrupción que se vincula a los partidos de siempre", coinciden en expresar expertos gallegos en Política, Sociología y Consultoría.

"Es un partido que surge con una figura transgresora, Pablo Iglesias, un joven con coleta, próximo, convencido de que puede cambiar las cosas, rompiendo con el discurso de los partidos políticos clásicos", expresa Alberto Pena, profesor de Técnicas de Propaganda en la Universidad de Vigo. Para Pena, el mensaje ha calado, por ejemplo, en votantes menores de 30 años; nuevos votantes que, en otro contexto, estarían en la abstención. Pero no es el único perfil de simpatizante de Podemos. Con la imagen proyectada en tertulias por su cabeza visible, Iglesias "logró transmitir confianza en el cambio" y hacer frente a partidos con muchos más "recursos, estructura y presupuesto". "Logró diferenciarse del discurso clásico y soso con algo diferente, fresco", añade Pena.

"La gente necesita asideros a los que agarrarse ante la incertidumbre, y parece que las palabras de Iglesias han cundido frente a los partidos de vieja casta, como dice Podemos", comenta el sociólogo Benjamín Porto. Es como una irrupción entre "lo viejo que no acaba de morir y lo nuevo que no acaba de nacer", comenta Porto para definir el debut de esta formación, sorprendente para muchos al hacerse con 5 escaños en su estreno en las urnas.

Para Benjamín, Iglesias y los ideólogos de Podemos, equipo en el que se encuentra el también politólogo Juan Carlos Monedero, han captado el voto de los nuevos movimientos sociales surgidos a raíz del 15-M. "Es un modelo nuevo, más próximo a los ciudadanos, comprometido, que utiliza la fuerza y el poder de las redes sociales; desde que conocí la formación pensé que iba a tener éxito porque la gente está cabreada, pero no tanto, la verdad", admite Porto. "¿Si aglutina el descontento social? Yo creo que sí", apunta.

Poco tiempo y recursos

"La candidatura se ha personalizado en la figura de Pablo Iglesias, con una vida muy activa televisivamente y también en Twitter y ha funcionado exitosamente", añade Porto, quien argumenta que Podemos defiende también una estructura más horizontal, "sin las jerarquías de los partidos tradicionales, si bien tendrán que crear un entramado a partir de ahora en el que demuestren que cubren todas las áreas que demanda la sociedad; supongo que el punto de mira está ahora en las municipales".

Para Carlos M. Abella, experto en consultoría política y sociólogo, antes de las elecciones, "el 60% de la ciudadanía sabía quién era Pablo Iglesias y le ponía un seis de nota; de ahí que Podemos apostara por su foto en el cartel, es su marca". Explica que ha cambiado "totalmente el discurso de los partidos tradicionales, con su forma de vestir distinta, sencilla, su proximidad a la gente". "Creo que quizás los grandes partidos no son conscientes; las redes sociales son un medio que utiliza esta formación, con maestría, incluso con plataforma en México, ligados también a la gente que tuvo que irse por no encontrar futuro", comenta Abella, quien apunta que el partido se creó "en menos de cuatro meses y está basado en la renovación de ideas, antes de nada, con muy pocos medios". No obstante, para Abella, hay que tener en cuenta que el fenómeno no es puntual, "no nace de un día para otro". "Aquí existía un caldo de cultivo previo, desde hace tres años, desde el 15-M. Parte de los que participaron en las protestas sociales no querían entrar en política pero otra partes sí quería, para cambiar las cosas desde dentro. Esto podría ser la cristalización de aquel momento", cuenta Carlos Abella. Considera que conectaron con la masa social indignada, pero también con individuos descontentos por el paro, la vivienda, la emigración de gente joven, el trato de Europa, los recortes, "encontraron un nicho". Para Abella, "el mensaje podrá cundir y ser algo serio de futuro si consiguen alianzas estratégicas con distintas fuerzas de izquierdas". Añade el consultor que el ideal de Podemos es "voto urbano, de gente joven con formación, si bien, en general, los descontentos". "Son europeístas pero no quieren este modelo de Europa", opina Abella, que también considera que podrían captar parte del colectivo de "nulos o en blanco".

La formación "bebe del 15-M", desde entonces ha ido buscando conexiones del descontento, expresa Enrique Varela, profesor del Grado en Dirección y Gestión Pública de la Universidad de Vigo. "Así como en Galicia se produjo la ruptura del tripartidismo con la irrupción de AGE en los últimos comicios, en este caso se debilita el bipartidismo, empieza a resquebrajarse", comenta Varela, que explica que no tiene tanto que ver con estructuras clásicas de partido. "Está más basado en el conocimiento del afiliado, en hacer una propuesta para cada comicio; en pasar de las grandes ideologías a ideas y valores concretos", comenta Varela, que habla de 'ciberpolítica' y de interacciones sociales basadas en ideas. "Es una cuestión más líquida. La ruptura sociopolítica se produce con el 15-M y desde entonces van aglutinando desencantados y hay varias organizaciones que surgen desde abajo hasta arriba. Son partidos horizontales, que no quieren súbditos ni jerarquías y dispuestos a pactar con otras fuerzas similares", añade el profesor Enrique.