Apenas fue una visita de cuatro horas a Santiago, pero el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, se llevó una grata sorpresa de Galicia. Tanto que se confesó "muy impresionado" por lo que había visto. Las torres de la catedral desde el Monte do Gozo, un tramo del Camino de Santiago, el templo compostelano, el funcionamiento del botafumeiro y la vista de la ciudad desde los tejados de la basílica compostelana. Fue un viaje relámpago a la capital gallega en el que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, actuó como anfitrión y guía. Ambos mandatarios estuvieron acompañados por sus respectivas esposas y una muy nutrida comitiva, pues la jornada acabó con una comida de trabajo en la que ambas delegaciones se comprometieron a "fortalecer las relaciones bilaterales".

El motivo de esta visita, al igual que la del heredero del trono japonés, el príncipe Naruhito, en junio de 2013, responde a la conmemoración del cuarto centenario de la llegada a España del primer embajador de Japón. Pero también sirvió, como reconocieron Rajoy y Abe, para reforzar las relaciones entre ambos países que ya son, dijo el presidente español, "excepcionales". De hecho, fue Rajoy quien invitó al primer ministro a visitar Santiago ante el interés mostrado por la delegación japonesa en conocer la Ruta Jacobea después de la estancia el pasado año del príncipe Naruhito.

Tras una parada en el Monte do Gozo, la comitiva llegó a la plaza del Obradoiro entre un muy notable dispositivo de seguridad. Allí, Abe saludó e intercambió unas breves palabras con una pareja de peregrinos y tres impactados estudiantes japoneses de un programa de intercambio universitario. "Yo he nacido aquí", terciaba Rajoy. Y desde lejos, una señora exhortaba al presidente a pedir "algo bueno" al Apóstol para todos los españoles.

A la comitiva se unieron el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y el alcalde compostelano, entre otros. Accedieron a la catedral, vieron funcionar al botafumeiro durante la misa del peregrino, dieron el abrazo al Apóstol y luego subieron a los tejados del templo para contemplar el skyline de Santiago. Shinzo Abe no se pudo reprimir y, ante la "belleza" de lo que veía, sacó sus propias fotografías.

La visita exprés en Compostela -dentro de un programa que le llevará por seis países en nueve días- no se detenía y el paso siguiente fue el Hostal dos Reis Católicos, donde intercambiaron obsequios. El primer ministro nipón le regaló tres botellas de sake y Rajoy, cinco de vino, una por cada denominación de origen gallega, si bien le entregó en mano solo la de las Rías Baixas, con el ruego de que promocionara este producto en su país.

Acto seguido llegó la comida, con un menú rotundamente gallego: empanada de zamburiñas, tortilla, crema de caldo, pulpo, lomo de rodaballo, solomillo de ternera, tarta de Santiago, filloas y helado de queso de O Cebreiro, todo ello regado con vinos, aguardiente y licores de Galicia. En un reservado comieron los presidentes, con Feijóo también, y su personal de gabinete, y el resto de las comitivas, en otra estancia. Pero no estaban todos, porque las primeras esposas, Akie Abe y Elvira Fernández, optaron por una comida más íntima en un restaurante de la ciudad, en cuya mesa también estuvieron sentadas la ministra de Fomento, Ana Pastor, y la presidenta del Parlamento, Pilar Rojo.

La delegación japonesa llegó al aeropuerto a las once y media de la mañana, y a las tres y media su avión dejaba Santiago.