Las diócesis gallegas llevan años tratando de evitar que los fieles queden desatendidos. Las jubilaciones de párrocos y su falta de relevo, y la despoblación del rural están detrás de este cambio. Sin embargo, la iglesia considera que no es suficiente. Desde hace unos años autoriza misas sin eucaristía para combatir estas carencias. Es lo que denominan celebraciones dominicales en ausencia del presbítero y son dirigidas por monjas, seglares o seminaristas.

Este día de la celebración de la palabra no difiere formalmente de la eucaristía, si bien no se produce presentación del pan ni del vino, ni hay consagración. Pero sí se pasa el cepillo, se reza por los que ya no están o se leen las escrituras. "Lo adecuado es alternar un domingo de misa con eucaristía y uno de la celebración de la palabra", explica Antonio Rodríguez, vicario de la diócesis de Mondoñedo-Ferrol. "Se usan de forma puntual", añade José Vidal, vicario de Tui-Vigo.