Cuando me despertaba con la triste noticia de que Luis nos había dejado, me vinieron inmediatamente a la cabeza multitud de recuerdos de los apasionantes proyectos que hemos compartido. La noticia me cogió por sorpresa porque una de sus principales virtudes fue siempre su discreción en todo momento, incluida su enfermedad, que pocos conocían y que de forma tan rápida y cruel ha segado su vida.

En 1999 asumí la presidencia del Real Club Náutico de Sanxenxo y una de las primeras cosas que hice fue pedirle a Luis que me acompañara en la Junta Directiva y que me ayudara a llevar adelante nuestro querido club. Aceptó desde el primer momento, porque siempre sintió un cariño muy especial por Sanxenxo, a donde se escapaba siempre que su trabajo se lo permitía, y por nuestro club náutico, al que ha pertenecido toda su vida.

La playa de Silgar es testigo de la gran afición de Luis por la natación que practicaba incluso en invierno, lo que en las frías aguas de nuestra querida tierra, adquiere caracteres heroicos.

Cuando pocos años después iniciamos la gran aventura de hacer un nuevo club y traer a Galicia la vuelta al mundo a vela, le pedí que ocupara el cargo de vicepresidente, lo que aceptó de inmediato. De aquellos años tan difíciles como apasionantes, sólo puedo decir que sin su ayuda no lo hubiésemos conseguido y quiero rendirle un homenaje de gratitud por su total apoyo en tantas y tantas gestiones que tuvimos que hacer, siempre de buen humor, siempre positivo, especialmente en los momentos más difíciles.

Pero también compartimos muchos buenos momentos, debo decir que con una persona como Luis la mayoría, por su carácter alegre y su buen humor. Recuerdo en particular la noche del cuatro de noviembre de 2005, día en el que S. M. el Rey, Presidente de Honor de nuestro club, lo inauguró. El club estaba totalmente abarrotado de gente, por la cantidad de socios e invitados que habían acudido al acto. Además, al día siguiente, se celebraba la primera regata oficial de la vuelta al mundo en aguas gallegas y todos los participantes estaban amarrados delante del club. Fue una jornada muy intensa y agotadora y cuando todo terminó, mirando los barcos desde la terraza del club, le comenté a Luis lo difícil que había sido llegar hasta ahí; y él me contestó: "Sí, pero ha valido la pena".

De él sólo puedo decir que era una excelente persona en todos los sentidos y que su colaboración fue siempre tan eficaz como decisiva. El Real Club Náutico de Sanxenxo ha contraído una deuda impagable de gratitud con él y eso nunca lo olvidaremos.

* Presidente del Real Club Náutico de Sanxenxo