En la notaría de José Antonio Rodríguez González, en la Plaza de Compostela de Vigo, el ambiente era triste. La noticia de la muerte de Luis Rajoy, que trabajó allí como notario junto a Rodríguez y Pedro Riol desde el año 2001 a 2008, cayó como un jarro de agua fría entre sus doce empleados, que coinciden en recordarle como "una persona extraordinaria".

José Antonio Rodríguez, el actual notario, conocía a Luis mucho antes de comenzar a trabajar juntos, ya que fue su preparador para las oposiciones cuando ambos residían en Santiago. "Tenía entonces 22 ó 23 años y muchas ganas de sacar las oposiciones, y lo consiguió con bastante rapidez", recuerda el notario. Siendo ya Luis notario, volvieron a coincidir en Cataluña y, cuando el hermano de Rajoy estaba en Ourense, llamó un día a José Antonio para ver si podían firmar un convenio para venir a Vigo. "Le gustaba mucho estar en Vigo, sobre todo para estar cerca de su padre, con el que estaba muy unido", recuerda el notario, que resalta además el carácter extrovertido de Luis. "Yo diría que era el hermano más abierto de todos", comenta.

Luis hizo entonces las maletas de Ourense a Vigo, pero no vino solo a la ciudad. Lo hizo con un empleado de la notaría de Ourense, Berardo Araújo, con el que comenzó a trabajar en 1996 y que no dudó en seguirle, junto a su mujer y su hijo, cuando él se lo pidió. "Éramos buenos amigos y me gustaba mucho trabajar con él, por eso acepté este cambio", recuerda Berardo, que ya jubilado volvió hace tres años a su Trives natal. "A Madrid ya no me planteé ir con él pero después volvimos a vernos a menudo, ya que los padres de su mujer son de Trives y siempre que venían quedábamos a tomar una cerveza", dice con añoranza.

La última vez que hablaron fue el pasado mes de diciembre. "Me dijo que tenía cáncer de pulmón pero estaba muy animado con poder recuperarse", afirma su amigo. "Era un fumador empedernido y era imposible verlo en la calle sin su puro", añade Araújo, que recibió ayer a las ocho de la mañana la noticia del fatal desenlace con sorpresa y mucha tristeza.

Sin embargo, todos sus amigos y compañeros aseguran que el notario era un hombre que sabía disfrutar de la vida y que consiguió hacerlo. "Le encantaba sobre todo ir a Sanxenxo, ese era su paraíso; salir con su barquito, ir a los toros, y estar con su familia", apunta Rodríguez.

Luis Rajoy, además, siempre se apuntaba como uno más a las comidas que en Carnavales y en Navidades organizaban todos los empleados de la notaría viguesa, normalmente cocidos y no dudaban en irse hasta Ourense para disfrutar. "Se comportaba con nosotros como un compañero más, se preocupaba por todos y nunca había una voz más alta que la otra; sin duda, era de los mejores jefes que hemos tenido nunca... a todos nos ha apenado mucho la noticia de su muerte", concluyen Santi Besada y Elena Villar, dos de los empleados.