La Cidade da Cultura como la soñó Manuel Fraga y la diseñó Peter Eisenman quedará inacabada. La Xunta cederá a empresas privadas la posibilidad de llenar los huecos previstos para el Teatro de la Música y el Centro de Arte Internacional con otros edificios y explotarlos. El Consello de la Xunta certificó ayer la paralización del proyecto ya anunciada hace meses y validó el acuerdo para rescindir los contratos de las tres constructoras a las que se habían adjudicado los dos citados edificios, con un coste de 113 millones de euros más otros 40 en equipamientos, según las cifras que ayer ofreció Feijóo.

El Ejecutivo autonómico acordó con las adjudicatarias no pagarles los cinco millones que les correspondían a estas por "lucro cesante", aunque sí les abonará las obras que hasta ahora han realizado. Estas dispondrán de dos meses para enviar las certificaciones de sus gastos.

A cambio de la cancelación del contrato, la Xunta les permitirá levantar en esos terrenos -donde ahora hay un gran hueco cubierto- otros inmuebles. Serán ellas quienes paguen las obras y podrán presentar al Ejecutivo proyectos acordes con los "fines" culturales previstos en la Cidade da Cultura y con "respeto" al entorno arquitectónico, aunque admitiendo "usos comerciales complementarios" como cafeterías o tiendas, acordes al uso cultural.

Las citadas empresas -OHL, Acciona Infraestructura y Copasa- podrán presentar sus proyectos de construcción y explotación, mediante una concesión administrativa por hasta 35 años y permitiendo a la Xunta reservarse su uso algunos días al año, hasta el 31 de diciembre. En caso de que renuncien a esta opción, en enero de 2015 cualquier otra firma podrá presentar su proyecto. "Si hay algún inversor interesado, será la Xunta la que decida autorizar o no la inversión", indicó Feijóo.

La Cidade da Cultura se gestó a finales de los años 90 con Manuel Fraga de presidente. En su último Consello en 2005, con Feijóo como vicepresidente, aprobó la primera adjudicación. El coste inicial era de 108 millones. Ahora ronda los 300.

Un único culpable: Alternativa Galega de Esquerdas (AGE). El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, responsabilizó ayer a la coalición de Anova y Esquerda Unida de provocar un aumento de gasto en la Cámara debido a la creación del grupo mixto, que integrará en solitario Carmen Iglesias, que renunció a AGE a pesar de que el grupo la aceptó tras haberse negado a dejar su puesto a una militante de Anova. Ingresará unos 100.000 euros anuales entre sueldo y ayudas a este nuevo grupo.

"Los únicos responsables de que haya un nuevo grupo en el Parlamento es una coalición electoral que dice que es tan ejemplarizante que no admite que ese grupo mixto se financie con el dinero que estaba destinado a ese grupo del cual se escinde", alegó Feijóo a preguntas de la prensa tras la reunión semanal del Consello. "Creo que no es justo hacer este tipo de preguntas a los partidos, tanto a BNG, PSOE como PP. No tiene nada que ver con sus decisiones ni con su funcionamiento", añadió.

Carmen Iglesias accedió al grupo mixto tras un tenso tira y afloja con AGE. Esquerda Unida la expulsó al no ceder su escaño a una militante de Anova de Ourense para respetar el equilibrio interno entre las fuerzas de la coalición.