La fe permite hallar un signo de salvación donde otros observan una desgracia. A unos metros del santuario de A Virxe da Barca, Carmela de Antón tiene claro que el incendio que arrasó la iglesia es un drama, pero también un gesto que le permite afianzar sus creencias. "El rayo cayó aquí para salvar a Muxía, que si cae en el medio del pueblo... no quiero ni pensarlo, y ha sido por la virgen", proclama. Los menos creyentes resultan más prosaicos. "Esto es una desgracia para el pueblo porque afectará al turismo, como cuando el Prestige", zanja José Pazos.

Al filo de las 6.30 de la mañana de ayer se originó un incendio en el templo, reconstruido en 1719 a partir de una capilla del siglo XII y una de las zonas cero del hundimiento del petrolero hace diez años, que según las primeras hipótesis fue originado por un rayo -de los 193 registrados ayer- que afectó a una toma de electricidad pegada a la casa rectoral, a unos metros del santuario.

Las llamas avanzaron a gran velocidad por el interior de la iglesia gracias a la madera y productos químicos de las pinturas. El retablo interior del siglo XVIII, obra de Miguel de Romay, quedó carbonizado e "irrecuperable", según el alcalde del municipio Félix Porto y el párroco de la iglesia Manuel Liñeiro, aunque no la talla original de la virgen, que se encuentra en otro lugar del concello "por temor a los robos". Liñeiro también se mostró pesimista sobre la posibilidad de rehabilitar la iglesia antes de la romería de septiembre.

El conselleiro de Cultura e Educación, Jesús Vázquez, pidió cautela para analizar las consecuencias del fuego. Los técnicos de la dirección xeral de Patrimonio evaluarán hoy los daños -ayer la directora xeral y el subdirector visitaron la zona- y si los dos retablos laterales pueden rehabilitarse, así como los otros cuatro restantes.

Bomberos y protección civil se afanaron en la lucha contra las llamas, avivadas por el fuerte viento y extinguidas cerca de las 9 de la mañana. Por la noche, un retén se quedó vigilando la capilla para evitar que se reavivase el fuego.

La principal preocupación ahora radica en evitar que ceda la bóveda, que data del siglo XX, del santuario. "Esa parte es una mezcla de ladrillo y paja y si filtra mucha agua, el peso puede hacer que se venga abajo", explicó Jesús Vázquez, acompañado por el presidente de la Diputación de A Coruña, Diego Calvo, los diputados socialistas Francisco Caamaño y Marisol Soneira y el arzobispo de Santiago, Julián Barrio. Este lamentó la pérdida material de los retablos y los daños a "un referente para peregrinos de toda España y del mundo", como punto final del Camino de Santiago. También se felicitó por la falta de víctimas, pues al mediodía estaba prevista una misa especial con una coral.

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, visitará hoy la zona, si bien ayer llamó por teléfono al alcalde y aseguró que se reparará "entre todos" un templo del que destacó su "historia y atractivo turístico", así como la devoción de los marineros de la Costa da Morte.. El alcalde reconoció los posibles efectos económicos negativos sobre el turismo. Fuentes municipales deslizaron que el templo cuenta con un seguro, aspecto sobre el que Porto no se pronunció.