Aquello fue "apoteósico", recuerda Benito Pereira sobre la movilización humana de O Morrazo contra la marea negra del "Prestige". Percebeiro de Cangas, a la una de la tarde esperaba ayer en la lonja por la subasta del crustáceo. Hace once años, en estas mismas fechas, estaba pendiente del avance hacia la costa de las primeras manchas del fuel del petrolero que había naufragado el 13 de noviembre a 28 millas al oeste de Cabo Finisterre. Todavia era pronto para presagiar todos los sucesos posteriores con la decisión de trasladar el barco, derramando fuel en su recorrido, hacia mar adentro hasta que se partió en dos y se hundió el 19 de noviembre a 255 millas de Cíes. El día 4 de diciembre, el patrón de "O Xarabal", Ricardo Rodas Viéitez, que se dedica a la navaja, trasladó al puerto de Cangas el primer cubo de chapapote. Lo había recogido a dos millas por fuera de las islas Cíes. Fue el primero que dio la voz de alerta en la lonja: "Lo que se avecina es esto", dijo el patrón.

Al día siguiente, al amanecer, una treintena de barcos partía de esta cofradía, con las tripulaciones y los primeros voluntarios a bordo, para ir a por el chapapote. "No sabíamos qué nos íbamos a encontrar, pero cuando llegamos el mundo se nos cayó encima", recuerda José Luis Lorenzo, que pertenece a una saga de navalleiros apodados "Colón". José Luis no da crédito a la sentencia: "Superó a todo el mundo, es injusta, como todo, muy injusta".

El percebeiro Benito Pereira fue uno de los que ese día no dudó en formar parte de aquella tropa que acudió a mar abierto a combatir las secuelas del "Prestige": "Empezó a llegar aquella mierda por dentro de las Cíes. Trabajábamos de sol a sol, con capachos, con nuestras propias manos, al principio sin material, después ya lo enviaron. No sabíamos que nos jugábamos el físico". Benito Pereira acudió a limpiar chapapote a bordo del "Paquito" que sigue conservando y con el que se defiende en su trabajo como percebeiro. De la sentencia del "Prestige", dice que más vale no opinar, "no vale para nada, cuando nosotros arriesgamos la vida. ¡Fíjese lo que vale la vida de una persona!". No sabe si aquel contacto tan directo con el fuel le pudo contaminar: "Fumamos, tomamos café, ya no sabrías si una enfermedad te viene de una cosa o de otra".

Óscar Lorenzo, navalleiro en Cangas, también acudió con su familia aquel 5 de diciembre de 2002 y los días sucesivos a contener la marea negra para que no entrara en la ría. Aquello le marcó, pero también considera que el capitán del petrolero no es el gran culpable de la catástrofe. Critica que la justicia no haya encontrado culpables, pero también dice que el capitán cumplió órdenes.

Manuel Juncal, navalleiro en esta cofradía, trabajó codo con codo con Alejandro Curra. Dice que cuando llegó a Cíes no vieron manchas, pero a las tres horas estaba todo invadido: "Lo que uno piensa en ese momento es que esto se acabó por una temporada larga". De todas formas, reconoce que nunca pensó que la zona se fuera a recuperar tan pronto. Al igual que otros marineros, también cree que el capitán del "Prestige" no fue el culpable y se solidariza como profesional del mar: "La compañía es la responsable por permitir que un barco así navegara por el mar".

A Suso Barreiro la tragedia del "Prestige" le cogió con 38 años y un hijo a punto de nacer. De profesión biólogo, trabajaba en ese momento en el Instituto Oceonográfico y recuerda perfectamente cómo se enroló de voluntario. "Me encontré con Moisés, un patrón de Aldán, que venía caminando muy deprisa. Le pregunté qué pasaba y me dijo que la mancha de petróleo estaba entrando por las Cíes. Le dije que yo estaba dispuesto a ayudar y él no lo dudó, me invitó de inmediato a subir al barco". Suso Barreiro recuerda la solidaridad que había entre todas las personas que trabajaban en la lucha contra el chapapote. "El traje de aguas con el que aparezco en la fotografía valía 20.000 de las antiguas pesetas. Me lo dejaron el Instituto Oceoanográfico. Después de utilizarlohubo que tirarlo. Más tarde llegaron esas ropas blancas que no servían para nada, que se rompían nada más ponerlas. Cogíamos el chapapote desde el barco con las manos y lo metíamos en los canastos". Este vecino de Cangas asegura que la sentencia es demoledora y una falta de respeto absoluta a las miles de personas que acudieron a Galicia a echar una mano "¿Qué se les va a decir ahora, qué no pasó nada?".

Francisco Javier González, igual que casi todo el mundo, ignoraba que trasladaba de Cangas al muelle de Rodas, en las Islas Cíes, a la que apenas dos años más tarde sería la princesa de Asturias. Con 23 años ya era patrón de barco y la persona encargada de trasladar a periodistas famosos como Angeles Barceló y la propia Leticia Ortiz a las Islas Cíes y a sus equipos para retransmitir desde el archipiélago en directo. Realizaba el viaje en el "María Macarena", una embarcación que no era suya pero con tamaño suficiente como para realizar una travesía que no fue fácil a partir del segundo día, ya que el tiempo empezó a empeorar. "As presentadoras estaban en estado de shock. Estaban moi implicadas e facían preguntas a todos os mariñeiros. Na travesía elas non o pasaron ben. Francisco Javier González tenía 23 años cuando luchaba contra la marea negra. Hoy se encuentra en el hospital cuidando de su mujer que dio a luz unos mellizos.

Che Mariño estaba en intendencia. La lonja se había convertido en ese momento en el centro de operaciones de la lucha contra el fuel. Alguien tenía que distribuir el trabajo de los voluntarios y las tareas diarias. Esta vecina de Cangas, directora tantas veces de la Mostra de Teatro de Cangas, fue una de esas personas, que tanto hacía bocadillos, como daba la orden de trabajo para el día siguiente. "O fixemos hata que viñeron os de Tragsa. Claro que viñeron cando ya estaba todo feito". "¿A sentencia? Un cachondeo. Sí digo o que de verdade penso eu sí que acabaría na cárcel".

La isla de Ons y su entorno es el principal caladero de la flota de Bueu. Román Comedeiro aún recuerda con indignación la falta de información de aquellos días. "Un día llevaron a los patrones mayores en helicóptero y les dijeron que no llegaba el chapapote. Al bajar me llamó Rosas [el patrón mayor] y le dije que ya lo teníamos dentro, que estaba entrando por la puerta", cuenta el armador y marinero buenense.También recuerda que antes del accidente del "Prestige" aquel estaba siendo un año "espectacular", de mucha pesca. "Dicen que ganamos mucho y no es verdad. Nosotros ganamos el sueldo y los que se hicieron de oro fueron otros, los que vendieron todo aquel material", subraya Román Comedeiro. Él está convencido de que el mar, aunque ahora se ve limpio, no es el mismo desde entonces. "¿Qué fue de especies como la lura o el bolo? El chapapote no se ve, pero está enterrado debajo de la arena. Yo hace meses que amarré mi barco y me fui embarcado para Cánada. Y buena parte de la culpa es del "Prestige" y sus consecuencias", sentencia.