En apenas un mes, el próximo 19 de noviembre, el concurso eólico cumple tres años sin que se haya autorizado ni uno de los 2.325 megavatios (MW) con los que la Xunta aspiraba a recuperar su liderazgo histórico del sector. Fue una de las primeras decisiones de los populares en la vuelta a San Caetano. La anulación del reparto heredado del bipartito y el impulso a uno nuevo, que Javier Guerra, anterior conselleiro de Economía e Industria, presentó como la mayor adjudicación pública en la historia de Galicia y un antídoto a la crisis. Las debilidades del proceso, especialmente por la magnitud de los planes industriales que protagonizaron la puntuación, quedaron en evidencia con el agravamiento de la recesión primero y el freno al negocio del viento que impusieron los Ejecutivos de Rodríguez Zapatero y ahora Rajoy. Hasta el bloqueo total de la actividad, que el Gobierno gallego intenta aliviar con la indispensable reforma del concurso que, según pudo saber FARO, ya perfila.

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