Están a la espera de que salga de su guarida para dar el gran golpe: el arresto del líder de Resistencia Galega, el exdirigente del Exército Guerrilleiro Antón García Matos. Hace apenas ocho meses, la Policía estuvo a punto de detenerlo, pero finalmente el cabecilla de la banda independentista no acudió a la cita vigilada en la que un miembro de Resistencia Galega recibió material explosivo. Ahora las pesquisas de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se centran en localidades de Pontevedra limítrofes con Portugal y también en pueblos del país luso colindantes con Galicia.

Agentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional siguen cada información que les llega de sus confidentes y de ciudadanos que comunican cualquier movimiento sospechoso en los municipios donde residen. Portugal es una de las zonas que está marcada en rojo en el mapa de las unidades antiterroristas que siguen los pasos de RG. "Es una de las zonas en las que podría pasar desapercibido, bien trabajando o pasando las vacaciones", apuntan desde la Guardia Civil.

La huida al país vecino del alma máter de la organización radical gallega le permite distanciarse de sus familiares y amigos en Galicia y evitar que cada paso que ellos puedan dar acabe llevando a los agentes al lugar en el que esconde junto a su compañera sentimental, Asunción Losada Camba. Los dos se encuentran en busca y captura por la Interpol desde el año 2005 por su presunta implicación en atentados terroristas.

El Ministerio del Interior no tiene duda alguna de que García Matos es el número uno de Resistencia Galega, así como también sospecha que junto a él Losada Camba ocupa el máximo nivel de decisión de la banda. "Él es el líder intelectual, mientras que ella, además de colaborar con García Matos en la reorganización de nuevos comandos, se encarga de las labores cotidianas de supervivencia", aseguran desde la Guardia Civil. "Para salir a comprar, por ejemplo, lo haría ella -apuntan- ya que pasa más desapercibida". Junto a la pareja solo otros dos activistas forman parte del núcleo duro de Resistencia Galega, según fuentes de la lucha antiterrorista. El cerebro en la sombra del aparato político de la banda es Antón Arias Curto, antiguo militante de Loita Armada Revolucionaria y cofundador del Exército Guerrilleiro.

Según un auto del juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco, la organización funciona a partir de dos estructuras: una ilegal que se encarga de trabajar a nivel operativo e ideológico y planificar los ataques; y otra legal compuesta por organizaciones que dinamizan la estrategia diseñada por la organización clandestina, entre las que se encontrarían AMI y otras como el Colectivo de Presos Independentistas Galegos (Ceivar), Espacio Irmandinho o AMAL. Según fuentes de la Guardia Civil, la dirección de Resistencia Galega cuenta con el apoyo de unas 15 o 20 personas, que son las que les facilitan alojamiento, desplazamientos y dinero para su día a día. Pese a que su aparato político se encuentra operativo y se ha mirado en el espejo de ETA-Batasuna para diseñar su estructura, fuentes de la lucha antiterrorista destacan que no tiene el apoyo social con el que cuenta ETA y la izquierda abertzale en País Vasco.

Aunque ninguno de los más de 50 artefactos colocados desde 2005 por Resistencia Galega ha causado víctimas mortales, las unidades antiterroristas en el unidades intensifican las labores de investigación para desmantelar por completo la organización antes de que pueda dar un salto y causar fallecidos en sus ataques.