El controlador es el último eslabón de una cadena de seguridad "muy robusta" que "se diseñó para soportar la posibilidad de un error humano", defiende Susana Romero, técnica en Lavacolla y portavoz nacional de USCA. Porque el error llegará por "ser inherente al ser humano". Si un controlador se despista, hay radares que alertan de los aviones que están en riesgo de colisión. La seguridad en este medio de transporte "está muy por delante de la de cualquier otro". Son muchos años aprendiendo de accidentes e incidentes. Mantener esto es "caro" y, en crisis, "se podría olvidar que una vida no tiene precio". "Si el sistema es vulnerable, los accidentes pueden suceder", avisa. Por eso, es clave el mantenimiento de los equipos, respetar el descanso de los técnicos, que tengan una buena formación y un estado mental óptimo, o que dispongan de un ayudante planificador, algo que no ocurre ahora, señala. "No hay que limar ningún eslabón trascendental en la cadena", advierte.

La ventaja de los controladores son los "procedimientos", que "minimizan el riesgo de error humano". "Si un avión declara una emergencia, es fundamental reaccionar rápido y no puede haber lugar para la improvisación", proclama: "Eres consciente de que trabajas con aviones a 900 kilómetros por hora que llevan gente dentro y hay que ser profesionales".