Aunque el juez Luis Aláez ha concluido que la llamada del interventor no fue la causa de que el tren descarrilara, hay una fatal coincidencia entre esa conversación telefónica y el instante en el que el maquinista debía tomar una decisión clave que le hubiera evitado descarrilar al llegar a la curva de A Grandeira permitiendo así salvar las vidas de los pasajeros fallecidos en el accidente.

Según las cajas negras del convoy, la llamada se produjo a las 20:39 horas, dos minutos antes del siniestro, y a solo seis kilómetros del lugar donde el tren se salió de la vía. La conversación, según el magistrado, duró hasta "prácticamente el mismo momento" de la tragedia. Y, según Adif, para poder coger la curva a 80 kilómetros por hora el convoy debería haber empezado a frenar 4 kilómetros antes.

Fue cuestión de segundos. El maquinista tenía que reducir velocidad al menos minuto y medio antes del momento en el que se salió de la vía, pero en ese instante estaba hablando por teléfono con el interventor.

Dentro del colectivo de maquinistas, sin embargo, advierten que esas llamadas entran dentro de la normalidad y aclaran además que coger el teléfono no es impedimento para una adecuada conducción puesto que en la cabina de los trenes "no hay volante" sino simplemente una palanca para controlar la velocidad, que se maneja con una mano. El teléfono corporativo que utilizan los trabajadores de Renfe es un móvil completamente normal.

Todos coinciden además en que el maquinista, Francisco José Garzón, debía atender la llamada. "Si te llaman por el corporativo, sabes que es por algo relacionado con el tren, no es una conversación de placer. Puede estar ardiendo un vagón, por ejemplo", dice Ángel Rodríguez, interventor de Renfe.

No cuestionan tampoco el motivo de la llamada. Según explica, el portavoz del Sindicato de Maquinistas Ferroviarios (Semaf), Carlos Segura, cualquier incidencia que se produzca en el tren tiene que ser comunicada por el interventor al maquinista. Eso incluye la necesidad que puedan tener algunos viajeros para apearse en un determinado andén.

En esos casos, según explica Semaf, el interventor debe avisar al conductor del tren y éste a su vez llamar al centro de control de Adif que es, en última instancia quien autoriza o no que el tren entre en una estación por una determinada vía.

"El interventor podría ponerse en contacto directamente con Adif, pero no sería lógico porque después igualmente tendría que avisar al maquinista", explica Carlos Segura.

En cuanto a la oportunidad de la llamada, justo a pocos kilómetros de una curva con reducción de velocidad, Ángel Rodríguez tampoco la cuestiona. "Yo si encuentro una incidencia la comunico en el momento, sin pensar por donde estamos pasando. Si lo dejo para más tarde, igual me despisto", señala.