"Sé que hay un motivo para todo". Así comienza "Muchas vidas, muchos maestros", de Brian Weiss. Ése era el libro de cabecera de Carolina Besada (18 años), cuya vida se apagó en un vagón del Alvia hace una semana y también el de su madre, la trabajadora social nacida en Vigo, Susana Garrido. Quizás por eso, mientras soporta el duelo de la ausencia de su hija, quiere restar importancia a un hecho que machacaría la mente de cualquiera. "Ella iba a coger el tren de las siete y media, ¿sabes? Lo perdió por un minuto", relata. Susana es una mujer fuerte, acostumbrada a lidiar con el dolor ajeno como trabajadora social durante veinte años, pero reivindica no ser la líder, ni la representante de nada. Ahora mismo, se refugia con su hermano en Vigo. A pesar de que la carta a su hija publicada en FARO contó con miles de lecturas y dio la vuelta a las redes sociales, huye de protagonismos y asegura que tras esta conversación, desea volver al total anonimato.

-¿Es consciente de la dimensión que tuvo su carta a su hija Carolina, leída en todo el mundo?

-Mi intención tampoco era esa. Solo quería agradecer en alto. ("A todas aquellas personas que ayudaron a nuestros seres queridos y a nosotros mismos en esos duros momentos quiero decirles que cada uno de sus gestos llenan de calor nuestra alma"). A la gente que enseña lo que es solidaridad, porque son un ejemplo. Me parecen una pasada las personas que sacan lo que tienen, desde una sábana. Mientras los que tienen medios no lo hacen. Eso me parece heroico. Y los profesionales que estuvieron allí, impresionantes. Los que nos atendieron a nosotros en el centro de información también estuvieron increíbles.

-Ese texto fue una referencia para familiares de víctimas. Aunque incómoda, la carta proclama lo que usted piensa.

-Por desgracia, como es algo que no me ha pasado solo a mí, sino a mucha, a demasiada gente, quería mandarles un abrazo. Piensas en los demás, que lo están pasando como tú o peor, porque habrá quien tenga unos auténticos dramas peores que el mío, segurísimo... Solo quería agradecer a quienes hicieron todo lo que pudieron. La gente lloraba con nosotros detrás del cordón policial. Irnos del funeral fue realmente emotivo.

-¿Qué es hacer más?

-Hay tragedias que son evitables, por favor. Cuando algo así pasa, todo el mundo se da cuenta de que puede pasar.

-El hecho de que haya más afectados, ¿ayuda a que se comparta el dolor?

-No. Al contrario. Lo que me ha pasado a mí, me duele el doble porque le haya pasado a más gente.

-Usted tiene tres hijos.

-Tengo (silencio). Tenía dos hijas y un hijo. Ahora tengo una hija y un hijo.

-Mil veces habrá ayudado a personas en malos momentos. Conocer la teoría como trabajadora social, ¿le ayuda a superar mejor este trance para sí misma?

-Sí, me ayuda muchísimo porque llevo veinte años trabajando y sé lo que es dañino y lo que sirve en un momento como este. La ira es dañina para la persona que la siente; sé que el odio también. Tienes que intentar dejarlo pasar y que no se instale. Yo creo que hay cosas que están muy por encima de nosotros. Creo que no se debe entrar en el ¿y si...? ¿y si...? Ella tenía que coger el tren de las 19.30 y llegó a las 19.31. Y justo cuando iba a coger el billete, el tren arrancó. Pero eso no me atormenta porque creo que el destino está ahí.

-¿Cree en el destino o en el azar?

-Creo en el destino; como que está escrito y que te pongas como te pongas, te va a pillar.

-¿Cómo ha reaccionado la gente ante su carta?

-Ayer me llegaron mensajes y me sentí mal. No era mi intención despertar en la gente lástima conmigo, más que con el resto de víctimas. Todas sentimos la misma angustia. No lo había pensado así. No era mi intención (repite). Mi idea era agradecer y enviar un mensaje general: Decir a quien puede hacer las cosas de otra manera, que las haga.

-Dijo que hubo quien fue a darles "un falso pésame". ¿A quiénes se refería?

- La inmensa mayoría de las personas tienen un sentimiento de verdad cuando se acercan a alguien que sufre, están conmovidos. Eso lo notas. Pero hubo dos que vinieron como si fueran a cortar un lazo de inauguración. Creo que si no eres capaz de sentir nada, mejor manda a un secretario. Es muy triste que se te acerque una persona y notar que le da igual lo que ha pasado. A lo mejor soy injusta, pero fue mi sensación. Y se me congeló el corazón.

-¿Qué fue lo que tanto le molestó que alguien le envió por Facebook?

-Pues de forma anónima abrieron en una televisión una cuenta de Facebook para que la gente enviase mensajes. En medio de eso pues... (silencio). Hubo alguien que me dijo que si yo era tan clarividente para saber quién había sido sincero al darme el pésame, por qué no le había dicho a mi hija que no cogiera el tren. Son pocos, pero... ¡qué crueldad tan gratuita! Por eso no quiero exponer ni a mí, ni a mi familia.

-"De confirmarse, nos ha destrozado con su irresponsabilidad", dijo usted por el maquinista.

-Tampoco odio al maquinista. No se sabe si fue desidia, despiste... O un error humano. ¿Exceso de confianza? Estar vivo es bastante castigo con muertos en su conciencia y él sabrá lo que fue. Pero no me aporta nada odiarlo.

-¿Vio por última vez a Carolina antes de subirse al tren?

-No. Ella había empezado a trabajar y nosotros estábamos fuera de casa. Por eso fuimos a Santiago, donde le estábamos esperando. Y ella viajaba desde Ourense en tren.

-¿Qué destacaría de Carolina si tuviera que hacer un homenaje?

-Mi homenaje para ella es decir lo que dije en la carta. No es hablar de ella o de cómo era. Nosotros lo sabemos. Y estamos muy serenos porque la quisimos todo lo que la podíamos querer. Eso en cierto sentido nos da paz. Tengo una familia muy bonita y nos hacemos reír y nos aplaudimos los aciertos. Nos decimos que nos queremos y eso también nos está ayudando mucho: que no haya quedado nada en el tintero. Cuando le contaba cosas de mi trabajo, ella estaba orgullosa de que yo hablase son sinceridad. Por eso, sentí que si no decía eso en alto, le estaba fallando, que no era yo. Por eso lo hice. Creemos que los homenajes hay que hacerlos en vida.

-¿Duró mucho su agonía para conocer el estado de su hija?

-Fueron muy cautelosos con los datos que nos estaban dando; pero había otra información que se daba a los medios y eso nos desesperaba.

-Su otra hija, Marta, estuvo muy activa en la búsqueda de su hermana en las redes sociales.

-Ella tuvo la necesidad de hacer algo útil mientras nosotros íbamos de aquí para allá. Nos llegaron informaciones confusas. Nos aferrábamos a que en un momento nos dijeron que solo tenía un brazo roto. Durante ese rato, cuando creíamos que era verdad, nos sentimos mucho mejor.

-¿Ha dormido algo desde aquella noche, hace una semana?

-Llevaba 41 horas sin dormir y caí de agotamiento un día. El sueño estuvo bien, pero el despertar fue terrible. Es como una pesadilla a la inversa. La sensación contraria. En una pesadilla te despiertas aún con la angustia, pero sabes que fue un mal sueño. Pero ahora te duermes y cuando te despiertas comienza la pesadilla. En cierto modo, sabemos que cuando volvamos (a casa), tendremos que empezar una nueva vida. Y toca echarla de menos.