Pese a las reiteradas puntualizaciones que el mismo FROB incluye en su anuncio del pistoletazo de salida a la venta de Novagalicia, que solo se abrirá "formalmente" la operación si hay un interés de comprar "al 100%" después del análisis de las debilidades del negocio para posibles nuevas ayudas públicas, parece poco probable que el organismo se la juegue otra vez tras los intentos fallidos con CatalunyaBanc. Que, por cierto, irá después ante el "menor interés" que suscita. "Digamos que la novia está vistiéndose en casa", comentaba ayer un alto cargo financiero, que da por hecho que Banco de España y Gobierno asumen este paso ahora porque hay "claros candidatos" -una afirmación en la que coinciden otras fuentes del sector- a pedir la mano de la entidad.

Ahí está el "punto fundamental para el cambio de estrategia", justificaba ayer de nuevo el director general del FROB, un día después de conocerse esa hoja de ruta, con la intención de "acelerar lo más posible" las subastas, especialmente Novagalicia. "Es previsible -confirma Antonio Carrascosa- que para septiembre u octubre ya esté vendida". El interés "por parte de algunos inversores" es "claro". "Son inversores financieros, bancos nacionales y hay también algún inversor extranjero", apunta.

Del lado de los foráneos, con resistencia en parte del supervisor y el Gobierno, está Guggenheim Partnets, que se ofrece como una megafirma de "servicios de inversión" que acumula una gestión de 180.000 millones de dólares. El fondo capitaneado por Alan D. Schwartz sería la cabeza visible, según apuntó ya Cinco Días, de un entramado de inversores americanos dispuestos a pujar por NCG. Por eso en la entidad defienden que los movimientos oficializados por el FROB están "alineados" con los del presidente José María Castellano, que vería así abierta la puerta a quedarse en el cargo.

Del otro, del de la banca española, probablemente uno de los mejores colocados sea BBVA. "Cuanto antes", urgía su máximo responsable, Francisco González, en referencia a la venta de las nacionalizadas para culminar la reforma financiera. La experiencia le acompaña, con la digestión de otra de las antiguas fusiones intervenidas, Unnim, que le permitió reforzar su presencia en Cataluña.

Por la férrea implantación de NCG en Galicia, con alrededor del 40% del mercado autonómico, y la tradicional baja morosidad de la clientela aquí, hacen de ella un plato apetecible. Al que también olfatean La Caixa y Santander. El grupo catalán absorbió la diminuta Caixa Girona en el arranque de la reestructuración y Banca Cívica más recientemente. El gigante liderado por Emilio Botín, en cambio, no se ha dado ningún bocado en el ajuste del mapa del sector, aunque acaba de completar la integración de su filial Banesto, muy fuerte en la comunidad, donde opera únicamente por lo tanto con una marca.

El evidente atractivo de NCG no empaña el "deterioro" que reconoce el FROB. La contratación de un banco de inversión para que investigue todas las contingencias posibles desembocará en más apoyo público, a través de EPAs o los créditos fiscales diferidos, a sumar a los 9.000 millones de euros que absorbió. El sector estima que son necesarios un mínimo de 1.000 millones más.

¿Para qué? Novagalicia mantiene 726 millones de euros en préstamos al ladrillo, con una mora del 66% y 221 millones de cobertura. En hipotecas hay 13.671 millones. La tasa de impagos es del 4,6%. Hay 7.500 millones, además, en las polémicas refinanciaciones, aunque dotadas el triple que la media del sector. Sin olvidar los 430 millones de euros que le demanda Aviva por romper el contrato de seguros -uno de los parámetros que el FROB incorporar en la búsqueda de debilidades-, 30 millones más en otras demandas y el impacto que supondrá la anulación de las cláusulas de suelo.

La boda está cerca. Sin romance de por medio, porque es un enlace obligado por la propia condición de nacionalizada de NCG, sobre todo tras la inyección de Bruselas, que, eso sí, daba cinco años de margen para hacerlo. Y con la palabra del padre de la novia por encima de todos. La del Banco de España, al que el FROB insistentemente señala como encargado de una decisión que supondrá elegir entre inversores extranjeros o españoles.