El tráfico en las autopistas está en caída libre desde el inicio de la crisis como consecuencia de una menor movilidad, el alza del precio del combustible y el incremento de los peajes. Ni siquiera las vías de pago más antiguas se libran de este fenómeno: la AP-9, la autopista más transitada de Galicia y en activo desde 1990, cuenta con un nivel de uso similar al del año 2002.

La autopista que cruza la comunidad, desde la frontera portuguesa a Ferrol, tuvo una intensidad media diaria durante los cuatro primeros meses del año de 18.814 vehículos, frente a los 21.374 del mismo periodo del ejercicio anterior, según los datos del Ministerio de Fomento. La caída en este primer cuatrimestre es del 12%, un punto por encima del descenso que hubo en 2012. Hasta abril, la AP-9 había perdido otros 2.560 diarios.

Muy lejos queda el dato de 2007, cuando circularon por esta vía una media de 24.829 vehículos al día. El desplome del tráfico de esta autopista, desde que arrancó la crisis, es ya del 24,2%.

El nuevo retroceso que se produjo en abril se suma a los sufridos durante los 20 meses anteriores. El último mes en el que se produjo un incremento mensual en el número de usuarios en la AP-9 fue en agosto de 2011.

Lo mismo ocurre con la otra autovía de titularidad estatal que hay en Galicia: la AP-53, entre Santiago y el Alto de Santo Domingo (Ourense). Sus 56 kilómetros fueron utilizados por 4.373 usuarios al día entre enero y marzo (Fomento no dispone aún de los datos de abril); un 7,4% menos que en 2012.

Cada nuevo dato que se conoce sobre el uso de las autopistas es mucho más bajo que el anterior. Los precios de los peajes se incrementaron casi un 14% entre julio de 2012 y el 1 de enero pasado. Primero hubo una actualización del IPC, un 3,22%; después, un incremento del 7,5% en julio para suavizar que Fomento dejase de pagar las compensaciones que abonaba desde 1999, y en septiembre volvió a incrementarse tres puntos más al subir el IVA del 18% al 21%. Viajar por autopista de Vigo a A Coruña cuesta ahora un 22% más que antes de la crisis. El trayecto cuesta ahora 14,7 euros.

Los últimos datos de Fomento ratifican los efectos de la crisis debido al alza del precio del combustible y de los peajes: la fuga de los conductores de las autopistas se agrava sin que parezca que vaya a variar la situación a medio plazo.

Audasa, que explota los 219 kilómetros de la AP-9 desde 1979 y que tiene la concesión hasta 2048, 25 años más de los previstos inicialmente, facturó un 8,6% menos en 2012, si bien el tráfico durante este ejercicio bajó un 12,5%. La caída es el doble de la que se produjo en las carreteras de titularidad autonómica: 6,7%.

En el conjunto de España, el tráfico de las autopistas de peaje se sitúa en registros similares a los de 1997. En el primer cuatrimestre, el descenso medio de la circulación en las vías de pago fue del 13,39%, con una intensidad de 13.251 vehículos diarios. Este último dato se debe por entero al enorme uso que tienen todas las autopistas del entorno de Barcelona, así como el túnel de Guadarrama en la AP-6.