El rumbo que tenía previsto el Prestige antes de su hundimiento a 130 millas de la costa gallega en noviembre de 2002 centró ayer una nueva jornada del macrojuicio que se sigue en Expocoruña sobre la mayor catástrofe ambiental de Europa. El exdirector técnico de Universe Maritime -la armadora del buque-, George Alevizos, declaró que pensaba que la embarcación "dejaría sus huesos" en San Petersburgo, donde estuvo meses antes del siniestro.

El exresponsable técnico de la armadora explicó ayer que desconocía la travesía y la carga con la que partió el barco, aunque insistió en que los planes iniciales de la compañía eran que el Prestige navegase hacia la ciudad rusa. "Pensé que iba a hacer un viaje corto", señaló.

Alevizos, al igual que otros peritos que declararon en el juicio, puso en duda la inspección técnica del buque realizada en China que autorizó su navegación porque, en su opinión, fue "incompleta o fallida". Y aludió a un informe de inspección de la clasificadora ABS en el que se señalaban hasta 31 deficiencias del barco.

También Stratos Kostazos, el capitán al mando del Prestige antes de relevarle en el puesto Apostolos Mangouras, continuó ayer su declaración e insistió en las deficiencias del petrolero por las que era "poco fiable para navegar" y apuntó que ya entonces estaba "condenado". Los abogados de Mangouras sometieron a Stratos Kostazos a un duro interrogatorio para demostrar que los desperfectos que denunció en su declaración no se reflejaron en la inspección del buque.

El letrado de Mangouras, José María Ruiz Soroa, llegó a calificar de "mentiroso" al excapitán del Prestige y pidió la comparecencia del segundo jefe de máquinas, Michael Sobrepeña, debido a las supuestas "contradicciones" sobre la autoría del documento de ABS que recoge las averías del petrolero.

Ante las preguntas de los abogados de la defensa de por qué no anotó todas las irregularidades en el cambio de mando, Kostazos contestó que decidió no hacerlo para "proteger a la armadora" y a él mismo a nivel profesional para evitar "entrar en la lista negra". Pero eso no quiere decir que los armadores no conociesen las deficiencias, porque, afirma, ya que se lo comunicó verbalmente. "Es la práctica habitual", afirmó el excapitán, quien recordó que después de exigir -aunque no por escrito- la reparación del Prestige y que esta no se llevase a cabo, optó por abandonar el barco.

El elevado tono que adquirió el interrogatorio de la defensa obligó a que la Fiscalía tuviese que intervenir para censurar su actitud "casi coactiva". "No pueden dirigirse a un testigo para meterle miedo. No entienden las reglas del juego", advirtió el fiscal Álvaro García Ortiz.