María Dolores Carnero Outón, funcionaria de Termalismo en el Concello de Ourense, será condenada a 2 años de cárcel, al aceptar su culpabilidad sin que se celebre el juicio, por un delito continuado de estafa continuada a tres compañeras del ayuntamiento -e intentarlo con otra- utilizando sus datos para pedir una sucesión de préstamos a sus nombres. Más de 84.000 euros en varias operaciones que, según la abogada de la defensa, la acusada devolvió, gracias a su familia, ya en 2009.

La Fiscalía de Ourense aceptó sellar el pacto de conformidad teniendo en cuenta, precisamente, la reparación económica del daño, aunque su escrito de acusación, elaborado desde hace meses, difiere en las cantidades satisfechas. Según las conclusiones provisionales que el ministerio público plasmó antes de la vista, había reintegrado unos 47.000 euros.

La confesión del engaño por parte de la funcionaria, que evitó la celebración de juicio, se prolongó entre 2005 y 2008. Las perjudicadas no se percataron hasta que los bancos empezaron a urgirles el dinero y a incluirlas en listados de morosos. El fallo firme será su salvoconducto, la garantía que reclaman las entidades para limpiarles el expediente. Carnero Outón, de 43 años, hija del presidente de la federación vecinal de Ourense, asumió el delito y será castigada justo en el umbral para eludir, en principio, el ingreso entre rejas. La mínima reincidencia la abocará a ser encarcelada.

Sigue en nómina

La estafadora permanece en nómina del ayuntamiento. El Concello le abrió un expediente disciplinario y llegó a suspenderla de empleo y sueldo durante seis meses. Tras el conflicto con las perjudicadas, excompañeras en la concejalía de Medio Ambiente, fue trasladada a Termalismo. Portavoces municipales precisaron ayer que un funcionario del servicio jurídico fue designado instructor del caso y será el encargado de resolver si procede despedir la condenqa una vez sea notificada al Concello la sentencia de conformidad, una resolución que adquiere categoría de fallo firme.

Las trabajadoras del Concello de Ourense estafadas por su propia compañera desbordaron todo la impotencia y la rabia depositadas durante meses. "Nos enteramos tiempo después, cuando nos empezaron a llamar desde las financieras para reclamarnos el dinero. Estamos en lista de morosos, no podemos pedir un crédito, los bancos no paran de presionar; yo estuve un año de baja y todavía sigo a tratamiento por depresión", recordó una de las mujeres.

Cuando la acusada abandonó la sala tras confesar el delito continuado, con la cabeza al suelo y el rostro detrás de unas amplias gafas de sol, le arreció toda una lluvia de reproches. "Estafadora, ladrona, no te escondas", gritaron sus antiguas compañeras y las personas de su entorno que acudieron al juicio en el Penal Número Dos.

Tras el acuero de conformidad de ayer, solo queda que sea plasmado en una sentencia. Las perjudicadas, con un documento firme con el que acreditar su solvencia en los bancos, se librarán entonces de su carga.