Popular. Con empatía con la ciudadanía y mostrando la cara afable y tranquila. Francisco Rodríguez, "O Noso Paco", como le gustaba que le llamasen, se convirtió, contra todo pronóstico, en alcalde de Ourense, allá por el año 2007, iniciando una carrera política al frente del Concello con el apoyo de sus socios del BNG.

Rodríguez, profesor de instituto, concluyó su primera mandato con algún que otro sobresalto, pero sin especial repercusión para la ciudadanía, que cuatro años después le ampliaba su confianza, aunque seguía necesitando a los nacionalistas para mantener el bastón de mando. Pero todo cambió en septiembre de 2012. En su horizonte apareció la operación Pokémon que puso en marcha la juez de Lugo Pilar de Lara. Fue el punto de inflexión para el alcalde. Primero su detención. Luego su puesta en libertad bajo fianza, pero con una imputación por los presuntos delitos de cohecho y prevaricación.

Ya nada fue igual. Descartó dimitir y se atrincheró, junto a sus concejales fieles, esos que conformaban su "núcleo duro" , mientras que los otros concejales optaron por seguir las consignas que marcaba la dirección del PSdeG, que quería cerrar el escándalo cuanto antes, pues la polémica estalló en plena precampaña de las elecciones autonómicas. Fue el inicio de una fractura que persiste hoy, con sucesivos episodios de enfrentamientos y amenazas de ruptura.

Y aunque en un principio se aferró al cargo, con la proclama de que era "inocente", la decisión del BNG, su socio de gobierno, de exigir su dimisión y abandonar el gobierno, forzó a Rodríguez a presentar su renuncia, pero marcando los tiempos a la cúpula socialista, que lo había suspendido de militancia, y se desesperaba porque no se marchaba.

No se fue del todo. Para algunos sigue marcando la hoja de ruta del actual alcalde y sus ediles fieles, los mismos que con fondos públicos le ofrecieron fiestas con mariachi y gin-tonics de acompañamiento para celebrar su salida de prisión.