El alcalde de Baiona, Jesús Vázquez Almuiña, calificó ayer de acoso propio de la Alemania nazi el escrache que sufrió en el portal de su domicilio cuando afectados por las preferentes empapelaron la entrada al edificio con pegatinas de protesta. "No va a amedrentarme ese grupito de violentos que trataron de marcarme como a los judíos de la Alemania nazi", dijo el regidor, del PP, en unas declaraciones a Radio Nacional

Vázquez Almuiña sufrió el segundo escrache en Galicia protagonizado por afectados por las preferentes, tras el registrado hace dos semanas en el domicilio del alcalde de Salvaterra. La protesta se produjo al término de un tenso pleno del pasado martes en la Mancomunidad do Val Miñor, del que dos regidores tuvieron que salir escoltados por una treintena de policías.

A pesar del mal trago sufrido, Vázquez Almuiña, que retiró personalmente las pegatinas del portal de su domicilio, prometió que aún así defenderá a los afectados por las preferentes. "Voy a seguir luchando por los derechos de todos los vecinos de Baiona, entre ellos aquellos que tengan preferentes", se comprometió.

Pero el primero en ser objeto de un escrache en Galicia fue el diputado del PP en el Congreso por Ourense, Celso Delgado, aunque en su caso el señalamiento público fue promovido por una plataforma contra los desahucios. La protesta se realizó también en el portal de acceso a su domicilio en Ourense.

Y antes que Vázquez Almuiña, ya otros dirigentes del PP calificaron los escraches como prácticas nazis. El primero fue la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. Lo hizo el pasado 13 de abril en un acto del partido, cuando tildó los escraches de las víctimas de los desahucios de "nazismo puro" y reflejo de "un espíritu totalitario y sectario" propio de los años treinta. La misma interpretación la realizó después la concejala-presidenta de Puente de Vallecas (Madrid) y diputada nacional, Eva Durán.

A las descalificaciones de los escraches se sumó también la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, quien dijo que las personas que los practican son "imitadores del matonismo de los seguidores de ETA en el País Vasco".

Sin embargo, los escraches también encuentran defensores. El presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Gonzalo Moliner, considera que mientras no ejerzan la violencia, "son un ejemplo de libertad de manifestación". Lo mismo que cree el Valedor do Pobo.