El turismo gallego recordará 2012 como el año con los peores resultados de una década tanto en ocupación como en rentabilidad. Los números rojos del sector han provocado un aumento del número de cierres de establecimientos hoteleros en el último año y en otros casos la reducción al mínimo de la oferta de camas además de ERES y despidos de empleados. El año pasado Galicia perdió 76 hoteles, según los datos del Instituto Nacional de Estadística y pasó de tener 1.333 a 1.257, lo que supone una caída del 5,2%.

Los negocios que aguantan la crisis se han visto obligados a reducir su oferta y la comunidad cuenta con 1.630 plazas menos respecto al ejercicio anterior al pasar de 53.098 a 51.468 camas. Al vicepresidente de la Federación de Hostelería de Galicia, César Ballesteros, no le sorprenden estas cifras debido a la situación complicada que atraviesa el sector desde el inicio de la recesión económica y en este contexto considera que es normal que haya "más casos que se den de baja que de alta".

Los registros de 2012 suponen además un cambio radical en la tendencia que se registró en Galicia desde el inicio de la crisis. Fueron cinco años que arrojaron una balance global de 46 hoteles cerrados. Pero hay una explicación, que está relacionada con los plazos necesarios para tramitar la apertura de un establecimiento hotelero. Como el proceso puede tardar varios años -explica el responsable del Gremio de Hoteles de la comunidad gallega, Francisco Canabal- a algunos la apertura les coincidió en plena crisis y tras la inversión inicial intentaron aguantar hasta que no pudieron más. Y ese momento crítico llegó en 2012, con el cierre de 76 establecimientos, provocado también en parte porque el paró del turismo llegó a Galicia con dos años de demora.

Afección por provincias

El turismo se ha resentido en toda la autonomía, pero Pontevedra y A Coruña son las provincias que registran más cierres con la pérdida de 45 y 36 hoteles en 2012, respectivamente. En lo que se refiere a las plazas es la provincia pontevedresa la que cerró más (unas 1.173), seguida de la coruñesa con 686 camas menos. No todo son cifras negativas y en Lugo el año pasado abrieron cuatro alojamientos más y en Ourense solo uno. Canabal explica que en las zonas del litoral hay muchos más negocios y por eso se resienten más que las del interior.

Añade que pese a que son áreas con menos competencia también tienen menos demanda que el resto de la comunidad y a los hoteleros "les cuesta mucho llenar los hoteles aún con precios muy bajos". "La crisis del turismo es una epidemia generalizada", dice Francisco Canabal.

Los cierres tanto del año pasado como los acumulados desde el inicio de la recesión no han servido para que Galicia deje de contar con una oferta sobredimensionada. Con 1.257 alojamientos en la actualidad, la comunidad se acerca a los datos de otros destinos turísticos como Castilla y León (1.260), Madrid (1.164) o Cataluña (1.717). Algunas provincias tienen los mismos registros que comunidades enteras. Es el caso de A Coruña que con 531 hoteles se mueve en cifras similares que Canarias con 524 y una afluencia de turistas mucho mayor. Lugo y Pontevedra con 248 y 299 en cada caso se aproximan al número de establecimientos de Cantabria y Navarra. Igual que ocurre con los 179 negocios de Ourense que pueden compararse con las estadísticas de Baleares, Murcia y La Rioja con una oferta que varía entre los 200 y los 300 hoteles.

Para el presidente del Gremio de Hoteles es complicado cambiar la tendencia porque tiene que existir la libre competencia y es cada empresario el que intenta capear la situación con sus recursos.

Cupos de plazas

Ballesteros por el contrario apuesta por fórmulas que ya emplean en otras comunidades de forma que exista un límite de plazas y solo se permita abrir nuevas en la misma proporción que se cierran. Cree que esta medida junto con la política de la Xunta de no subvencionar la apertura de negocios ayudaría a modernizar hoteles obsoletos.

Los números no salen negativos en todos los casos y desde 2008 en Galicia se abrieron 19 casas rurales más al pasar de 405 a 424, aunque el año pasado el endurecimiento de la situación económica se saldó con un descenso de una veintena de alojamientos de este tipo. Se trata de establecimientos pequeños con pocas plazas y en este sentido de las 5.501 camas disponibles el año pasado quedan 413 menos.

Canabal alerta de que la competencia de casas rurales en muchos casos en manos de particulares no profesionales puede afectar a largo plazo a la competencia en el sector. Duda de las estadísticas del INE porque -explica- muchos de los hospedajes dados de alta en esta categoría "no tienen todas las plazas disponibles ni están abiertos durante todo el año".