La explosión de una bomba atribuida a Resistencia Galega en un cajero automático de la oficina de Novagalicia Banco en O Rosal causó ayer de madrugada grandes destrozos materiales. No se registraron heridos aunque tenía potencia suficiente para causar muertos, según fuentes de la Subdelegación de Gobierno en Pontevedra. "Estaba preparado para hacer daño. Si la explosión se hubiese producido a otra hora, el daño podría haber sido mucho mayor", aseveró el subdelegado, Antonio Coello, que señaló que se trata de un acto "preparado" y "condenable".

El artefacto explosivo, formado por un termo de metal lleno de pólvora prensada y dotado de temporizador, explotó pasadas las 5 de la madrugada en el cajero automático de la céntrica calle Ramón Franco, a pocos metros del Concello de O Rosal. Se trata de una bomba similar a la que en octubre de 2011 desactivaron los Tedax con un robot en otra oficina de NCG en la Alameda de Bouzas en Vigo.

La deflagración abrió un gran boquete en la oficina bancaria, que quedó destrozada. La onda expansiva lanzó la puerta metálica del cajero por el aire varios metros hasta impactar contra las cristaleras de un supermercado en la acera de enfrente. Varios inmuebles sufrieron fracturas de cristales y los vecinos del edificio donde estalló desalojaron sus viviendas en plena noche.

Hasta la sucursal de O Rosal se desplazaron agentes de la Guardia Civil que acordonaron la zona, técnicos en explosivos de los Tedax y perros especializados. Inicialmente se alertó a los bomberos, si bien su intervención no fue necesaria ya que no se produjo incendio alguno.

Tampoco apareció ninguna nota reivindicativa, pero indicios recogidos por los expertos de la Guardia Civil apuntan "con todas las cautelas" a la autoría del grupo radical independentista Resistencia Galega. Se trataría por tanto de la reaparición del grupo terrorista tras el descabezamiento de su supuesta cúpula y tras la detención en enero de Adrián Mosquera, en Ames, con tres artefactos explosivos.

Estruendo de madrugada

La explosión se pudo oír en varios kilómetros a la redonda. Muchos vecinos de O Rosal lo confundieron con un trueno, al coincidir con la tormenta que se desató esa misma noche.

El susto fue mayúsculo para los vecinos del inmueble afectado, un edificio de reciente construcción en el que en ese momento solo dos de sus seis viviendas estaban ocupadas. El propio constructor, Antonio Sobrino, acudía ayer por la mañana a valorar los daños y aseguró que "hasta dentro de unos días no sabremos en qué medida resultó afectada la estructura". A primera vista, el portal y el primer piso, "cuyos dueños por fortuna estaban fuera este fin de semana", sufrieron los mayores desperfectos, aparte de la sucursal.

María del Carmen reside en la segunda planta y pasó minutos antes de la deflagración delante de la oficina bancaria. "Venía de recoger a mi hijo de una discoteca. Aún estábamos en la cocina cuando oímos un gran estruendo y el edificio tembló. Pensamos que era un accidente de tráfico, al ver los cristales rotos del supermercado enfrente. Parecía que un coche se hubiera empotrado". Enseguida salieron de casa al tiempo que llamaban al 061 y a la Guardia Civil. "Había humo por las escaleras", apunta Mª Carmen. "Olía como a gas y a plástico quemado", añade su pareja José. Otra vecina que reside en el ático, Dolores Martínez, se despertó de repente al escuchar la explosión, "un golpe duro" . Ella creyó que era la tormenta "pero como la luz no se fue y escuché voces decidí bajar a la calle" , donde en apenas dos minutos acudían varias patrullas de la Guardia Civil. Los agentes, tras verificar la seguridad del edificio, permitieron a los vecinos desalojados volver a sus pisos.

El suceso causó expectación en O Rosal, al producirse junto a la céntrica Praza do Calvario. Muchos curiosos se acercaron y especulaban con un posible intento de robo. El alcalde Jesús María Fernández Portela calificó los hechos de "lamentables, pero estas cosas suceden". Las tareas de limpieza de los restos esparcidos se prolongaron hasta el mediodía.