Lo tenía claro y así lo proclamo: "Vosotros sois mis trabajadores, no sois los trabajadores de la Diputación". Fue la revelación que realizó el que durante más de una veintena de años ocupó la presidencia del organismo provincial, José Luis Baltar, en el acto de homenaje que le rindieron los que además de empleados se convirtieron en fieles al baltarismo, después de que dejase el cargo que pasó a ocupar su hijo, Manuel Baltar, en un proceso de sucesión perfectamente diseñado.

No faltó de nada en el adiós al barón popular: Alabanza, halagos por doquier, flores y hasta un busto -diferente al que le había levantado en su momento el exalcalde de Os Blancos, José Antonio Rodríguez, en la calle principal del municipio-, y que se llevó como recuerdo, de un acto en el que participaron más de 600 personas.

Pero no fue la única de las revelaciones que realizó Baltar Pumar durante su longevo periplo político, y así no dudó en reconocer que: "ya todo el mundo sabe que soy un cacique, pero a mí me siguen votando y a ellos no". Un argumento que esgrimió durante una de las contiendas electorales, y con el que pretendía contrarrestar las continuadas denuncias de socialistas y nacionalistas sobre modus operandi en materia de contratación de personal, y que le llevaron a señalar a la Diputación como "una sucursal del PP".

Baltar fue el último representante del denominado ´sector de la boina´, y capitaneo en 2004 a cinco diputados afines -entre ellos su hijo- que amenazaron a Manuel Fraga con dejar al PP en minoría en el Parlamento gallego.