Prestige y puerto refugio, un binomio imposible. A ese axioma se aferró hace diez años el Ministerio de Fomento y ayer volvió a hacerlo el único cargo público imputado por la mayor marea negra en Europa. En su última jornada de declaración en el juicio que se celebra en A Coruña, el entonces director de la Marina Mercante, José Luis López-Sors, echó mano de la legislación para justificar la consigna de alejar de la costa el viejo monocasco cargado con 77.000 toneladas de fuel.

Tras una década sin respuesta a la gran incógnita de la gestión de la catástrofe -¿por qué se decidió el alejamiento en lugar de llevar el barco a un lugar de abrigo para repararlo y trasvasar la carga?-, ex alto cargo de Fomento desveló los motivos: la normativa vigente impedía llevar al Prestige a puerto por su mal estado, el vertido continuaba un día después de la avería -aunque el capitán y el inspector marítimo enviado al barco aseguran que ya no había pérdidas al mar- y existía el peligro de que se partiera y embarrancase. "Hay órdenes ministeriales y normativas que prohíben la entrada en puerto de barcos en malas condiciones", alegó ayer López-Sors a preguntas de su letrada.

"El barco -sentenció- no estaba para moverlo de acá para allá". Como aval del mal estado del Prestige, el ex alto cargo reveló el "diagnóstico" hecho en el barco por tres técnicos de la empresa Tecnosub el día 14 por la mañana. "Le faltaba un rozo del casco, la cubierta estaba abombada, en los tanques de babor lastrado habían saltado tapas y se vertía fuel", resumió López-Sors.

Una versión que nada tiene que ver con la que había dado 24 horas antes, durante el interrogatorio por parte de los letrados de Mare Shipping, propietaria del petrolero. En la declaración del día anterior, limitó la información que Marina Mercante recibía sobre el estado del buque y el alcance del vertido a la que le transmitían los pilotos de los helicópteros, los capitanes de los remolcadores y el inspector marítimo enviado al Prestige por las autoridades españolas.

"El buque seguía vertiendo. Tenía peligro de hundimiento. No se sabía si llegaría a destino", justificó el exdirector de la Marina Mercante al tiempo que aseguró que la orden definitiva de alejar el barco se tomó una vez encendida la máquina y dos técnicos externos -consultados vía telefónica- descartaron el traslado al puerto de A Coruña y a Ferrol o Ares.

Con esta aclaración, López-Sors quiso responder al duro alegato hecho el día anterior por el letrado de Mare Shipping, que lo acusó de "prefabricar un desastre" para llevar el barco "al corazón de la tormenta" obviando las informaciones que le llegaban de que el Prestige ya no vertía el día 14 y que las condiciones meteorológicas permitían acercarlo a la costa y trasvasar la carga. Sobre un hipotético trasvase, López-Sors aseguró ayer que se trata de una operación compleja que requeriría desplazar medios de otros puntos, y a modo de ejemplo puso los "19 días que se tardaron" en un reciente trasvase de un buque petrolero.

El ex alto cargo de Fomento concluyó ayer su declaración respondiendo a una cuestión acerca del asesoramiento técnico en el rumbo del Prestige. "¿Nadie le planteó la posibilidad de un puerto refugio?", le preguntó su abogada. Sin titubeos respondió que "no". Pero apenas dos horas antes, al inicio de la vista, aludió, por primera vez en todo el proceso, a una empresa que estaba en el gabinete de crisis -ITOV- y que en una de las reuniones les propuso a los integrantes del organismo, representado casi en su totalidad por responsables de la Administración, "condenar una parte de la costa y no afectar al resto", en alusión al traslado a un lugar de refugio y su posible embarrancamiento.

López-Sors desveló que no admitieron esa propuesta por considerar que "sería una gran injusticia" para la zona afectada por el vertido. De haberlo acercado al litoral, advirtió, los daños hubiesen sido "enormes en dinero, en riqueza y en tiempo por la permanencia de la contaminación en la costa".

En su última declaración, López-Sors volvió a culpar al capitán del petrolero y a la empresa de rescate Smit de los retrasos en el remolque o en las decisiones a partir del día 15. Según aseguró, las tres horas que tardó el capitán en aceptar el remolque tras consultar con la armadora, se tradujo "en 15 horas de retraso" ya que, explicó, la espera de esa confirmación provocó que "se pasara del día a la noche". Finalmente, atribuyó el rumbo norte que marcaron los remolcadores al Prestige a que el remolque de popa del petrolero "no funcionaba".