La aparición en escena de José María Castellano supuso un giro inesperado en el torcido camino de la caja fusionada. Aunque su nombramiento oficial llegó en septiembre de 2011, de la mano de la bancarización del negocio para nacionalizarlo, ya a finales de junio el consejo de Novacaixagalicia impulsó su presidencia con plenos poderes. De ahí que Anticorrupción lo propusiera como uno de sus testigos en la causa de la Audiencia Nacional contra los cinco ex altos cargos de la entidad a los que se les imputa una mejora de sus contratos para elevar las prejubilaciones a las que tenían derecho. Cuando estalló la polémica, el propio Castellano reveló públicamente el encargo de varios informes externos y que todos concluían que las salidas de los directivos "se ajustaban a derecho". Y en eso volvió a insistir ayer en su declaración ante el juez Ismael Moreno. Que así lo confirmaron la asesoría interna, su jefe de gabinete, Ramón Seoane, los despachos de abogados Sagardoy y Brosetas y también el Banco de España. Por ellos se enteró de que las cantidades estaban provisionadas. Castellano, según fuentes jurídicas, evitó su valoración personal sobre la legalidad, pero sí sostuvo que los pagos son "desorbitados y poco éticos".

El que fue vicepresidente de Inditex considera, además, que los contratos contaban con "blindajes", pese a que realmente no los tenían. Como ejemplo de lo correcto puso su salario, de 300.000 euros por ejercicio, y el derecho a una anualidad completa en caso de marcharse. Sus condiciones laborales obligadas por los límites de retribución del Gobierno en las entidades con ayudas. Su sueldo inicial era de casi 900.000 euros. Por primera vez, Castellano admitió que tanto el comienzo de las negociaciones con los antiguos directivos para la devolución de parte de sus cobros, como la reciente demanda laboral contra ellos fue instrucción del Banco de España "por una cuestión reputacional".

El máximo responsable de NCG relató a preguntas de la fiscal y las defensas lo ocurrido con cada uno de los implicados en el caso. El único desestimiento de contrato que le pilló como presidente fue el de Javier García de Paredes, director adjunto, y al que se le reclama la mayor fianza, de algo más de siete millones de euros. En la entidad se daba por hecho que Castellano no iba a contar con él por la misma razón que con José Luis Pego, director general, al que no se le trasladó que estaba fuera del proyecto hasta el 9 de septiembre, cinco días antes de que naciera el banco.

Los fondos con los que estaba negociando su entrada en el capital, concretamente Elliot, ponían como condición ambas salidas. Pero García de Paredes siguió un par de semanas más, hasta que, según apuntan varias fuentes, el puesto con el que contaba, la secretaría del consejo, lo ocupó Gonzalo Ortiz y solicitó su baja.

La discutida capitalización de la indemnización de García de Paredes centró parte del interrogatorio. ¿Por qué se le entregó de un solo pago 5,36 millones de euros? Castellano aseguró que le habían dicho en el banco que así se ahorraban los intereses del contrato de una póliza, la otra alternativa, según indicó, posible. Una explicación que llama la atención porque nunca en las cajas se liquidó a alguien por esa vía y, sobre todo, porque las cantidades estaba ya provisionadas.

En el caso de Óscar Rodríguez Estrada, encargado de la oficina de integración, la causa que dio, según Castellano, era la proximidad de su jubilación. Sobre Gregorio Gorriarán, que llevaba la división inmobiliaria, el presidente de NCG afirmó en la Audiencia Nacional que el directivo le propuso desistir su contrato y seguir en la entidad. Y así fue. Porque el mismo José María Castellano quería contar con él.

En aquel momento, Gorriarán trabajaba en la creación de un banco malo interno en NCG, del que luego saldría la Unidad de Gestión de Activos Singulares (UGAS) que la nueva cúpula de Novagalicia presentó después como parte del cambio de rumbo de la entidad. Ante la petición de que siguiera, Gorriarán ofreció como opción para colaborar temporalmente en el traspaso de responsabilidades un contrato mercantil con valor simbólico "de un euro" -como mencionó Castellano ayer- para evitar problemas legales. El líder de NCG aceptó y en el mismo comité de dirección en el que anunció la marcha del resto, y según confirman varios de los presentes, agradeció expresamente la ayuda de Gorriarán, que estuvo un mes más hasta que la cúpula le anunció que se iba.