Apuntarse al gimnasio, dejar de fumar, aprender un idioma... Todos los comienzos suelen estar llenos de buenas intenciones y propósitos de enmienda, pero cuando los políticos gallegos vuelvan al trabajo tras el 21-O sus metas, sin duda, serán mucho más complejas y no requerirán tan solo unas cuantas dosis de buena voluntad para poder alcanzarlas. Para el partido (o partidos) que asuma las riendas de San Caetano y se alce con la mayoría parlamentaria ésta será una legislatura llena de "deberes" difíciles. Tanto como los que le proponen a la futura Xunta representantes de diferentes sectores sociales, profesionales y económicos que, cada uno desde su óptica particular, plantean para FARO DE VIGO un amplio abanico de reivindicaciones para los próximos cuatro años.

Con la lucha contra la crisis y el desempleo como telón de fondo común, las demandas de la calle van desde cuestiones concretas como que se resuelva el problema del tax lease en el sector naval, que se apruebe un plan de contingencias gallego para evitar que se repitan accidentes como el del Prestige o que se acaben las infraestructuras judiciales en marcha, hasta peticiones más etéreas, como la dignificación y el respeto hacia colectivos profesionales vilipendiados por la crisis u olvidados por la sociedad.

Pero a la pregunta "Y usted, ¿qué le pediría a la nueva Xunta?", la voz de la calle no solo responde con reivindicaciones sectoriales o personales. También los hay que se aventuran a darle algún consejo a los futuros gobernantes sobre cómo guiar sus primeros pasos en San Caetano y salir airosos del intento. La recuperación de la extinta Consellería de Cultura (una de las sacrificadas por la crisis y las políticas de austeridad), la apuesta por la inversión en educación e investigación científica y la recuperación de proyectos que, aun impulsados por gobiernos de distinto color político, funcionaron en su día son algunos de los consejos que plantean para que la situación de Galicia, en general, sea mejor dentro de cuatro años de lo que lo es en estos momentos.

La principal demanda a sus futuras señorías, con todo, es más que una petición, un deber: diálogo. Gente de la cultura, del mundo rural, de ONG's o del sector turístico, entre otros, reclaman a los políticos que exploten su capacidad para entenderse, y no solo entre ellos, sino también con los principales afectados por sus decisiones, cuya opinión, reprochan, no siempre se tiene en cuenta. Estos son los deberes que le pone la calle a la nueva Xunta, aunque para saber si ésta cumple o no con sus expectativas habrá que esperar otros cuatro años.