El estallido de la grave crisis económica, con una intensa virulencia para el sector financiero por la elevadísima exposición al negocio del ladrillo, pero también por el impacto en la capacidad de su clientela para ahorrar, no pilló a todas las entidades por igual. Por eso el panorama hoy en el sector tiene de todo. Las grandes sin graves problemas aparentes, antiguas cajas medianas que lograron aguantar hasta aquí, cuatro intervenciones, la subasta de una nacionalizada y cuatro que siguen bajo el control del FROB. El Banco de España nunca ocultó que el impulso a las fusiones en el pistoletazo de la reestructuración aspiraba a laminar las entidades débiles, las "zombie" en palabras del exgobernador Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Y el caso de la integración gallega es un buen ejemplo. Frente a la desesperada situación de Caixa Galicia para buscar compañía ante la incapacidad de cubrir pérdidas y el desplome de su actividad, los inspectores del organismo supervisor no dudaron de la capacidad de Caixanova para seguir adelante. El informe del director general de Supervisión, Jerónimo Martínez Tello, al que ha tenido acceso FARO, constata algunas de las debilidades de la antigua caja viguesa, aunque, a diferencia del que se levantó tras el estudio de la entidad con sede en A Coruña, en ningún momento cuestiona su desarrollo y estabilidad futura.

Lo que confirma lo que los conocedores de las tripas de la operación siempre defendieron. "Que una estaba en la UCI [en referencia a Caixa Galicia] y otra en planta", como comentan altos cargos de la Xunta al margen del discurso oficial, y que incluso la anterior conselleira de Facenda no pudo disimular al comienzo de todo el proceso. En la presentación de la auditoría de KPMG que supuestamente avalaba la operación Marta Fernández Currás admitió el "riesgo promotor" con el que nacería la caja única.

Caixanova no fue inmune al pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Pero frente a las críticas del Banco de España en su informe de Caixa Galicia previo a la fusión por la "desafortunada apuesta de expansión", la "política agresiva de crecimiento" sin el refuerzo de los controles internos y el "fuerte deterioro del perfil de riesgo supervisor", la revisión del negocio de Caixanova concluye con ocho requerimientos de mejora, que evidencian que el lastre del ladrillo no era, ni de lejos, el mismo. De hecho, varias fuentes desde el sector financiero apuntan a que ese tipo de peticiones de mejora fueron generalizadas en la mayoría de entidades.

Concretamente, la inspección se centró en los con préstamos inmobiliarios con 211 clientes el ejercicio de 2008, sobre los que Caixanova debía intensificar el control. El informe llama la atención sobre "los altos porcentajes que sobre el riesgo analizado" suponían "las reclasificaciones a las categorías de riesgo dudoso y subestándar". Es decir, créditos impagados o a punto de serlo y que se elevaron al 10,9% y el 23,7%, respectivamente. Eso, unido al volumen de la cartera considerada de "seguimiento especial", un 30,6% del total, ponía de manifiesto "que el riesgo crediticio inmobiliario de la entidad es de una calidad por debajo de lo normal". "Aspecto sobre el que deberán realizar sus mayores esfuerzos de mejor con el fin de que no se incremente el perfil de riesgos de la caja -incide el área de Supervisión del Banco de España-, sin confiar exclusivamente en que se produzca a medio plazo una mejoría en el dinamismo y precios del mercado inmobiliario nacional".

Las principales alertas que mandan los técnicos del supervisor se centran en la cojera que muestran algunos procedimientos de operación interna, claves para la buena orientación del negocio. De ahí que apelen a mejorar el seguimiento de la exposición inmobiliaria, que consideran "insuficiente". Especialmente en la renegociación de los préstamos con promotores inmobiliarios que no pueden afrontar los pagos. "Se ha observado que se incluye la financiación de intereses en casos en los que es dudosa la viabilidad de dichas operaciones -apuntan-, sin que tal hecho motive la reclasificación de los riesgos por parte de la entidad ni la suspensión del devengo de intereses". Una queja que se traslada también a los riesgos denominados contingentes -los que en un futuro podrían requerir más liquidez de la prevista- entre la cartera crediticia fallida.

En todo ese conjunto de medidas, el Banco de España reclama una "especial atención" para lograr una "correcta" clasificación y valoración del negocio vinculado al ladrillo. Las consideraciones generales del negocio en España llegan también a la sucursal de Miami, una de las joyas de la corona de la internacionalización entre las entidades financieras, y en la que el organismo pedían una "homogeneización" en la contabilidad de acuerdo con la normativa española.